Los sistemas de salud pública que se queden anclados en el pasado, es decir, que no logren modificar verdaderamente su paradigma en el vínculo que existe entre el futuro y el binomio salud/medicina, además de quedar obsoletos, pueden ser una puerta para una grave crisis humanitaria del país que se trate.
La innovación tecnológica y los más recientes descubrimientos en cuestiones biológicas y genéticas, están abriendo márgenes de prolongación de la vida insospechados.
Por ejemplo, de acuerdo con José Luis Cordeiro, fundador de la Singularity University en Silicon Valley y miembro de la Academia Mundial de Arte y Ciencia. «la muerte es un pequeño problema técnico que vamos a poder curar en los próximos años” (ABC.es. 2017)
Aunque a primera instancia esta visión de Cordeiro luce extrema, es innegable que cada vez vivimos más.
Por ejemplo, a principios del siglo XX el promedio de vida global era de alrededor de cuarenta y ocho años, hoy día es de cerca de 80 años. Parece que estamos encarrerados en una pendiente que día a día nos imprime mayor velocidad: vivimos más y somos más.
Traigo a colación este tema debido a la reciente charla que sostuve con mi amigo Filo Huesca, quien es médico especialista en medicina antienvejecimiento, articulista y conductor de programas.
Platiqué con Filo Huesca en relación al diálogo que tuvimos hace exactamente tres años, cuya nota producto del encuentro causó un gran revuelo entre sus colegas.
Filo dice que nada ha cambiado a tres años de afirmar que “la medicina antienvejecimiento colapsaría al sistema de salud actual”.
Huesca Rufino, quien además es egresado de la Maestría en Medicina Estética y Longevidad, me recordó lo que conversamos: “la revolución científica que se avecina con las más recientes innovaciones en el campo de la medicina antienvejecimiento (conocida en inglés como medicina antiaging) harán trizas nuestros paradigmas sobre juventud, salud y bienestar, debido a que muchos de los conocimientos que tenemos al respecto provienen del pasado reciente, en el cual estaban ausentes nuevas ramas de la medicina como la nanomedicina, la terapia celular y la ingeniería de tejidos”.
Dice Filo que las cosas no han cambiado casi nada a tres años de aquella charla, aunque ahora las enfermedades biológicas acaparan la atención mundial, lo cierto es que en esta década de los años veinte podrían quedar resueltas las principales causas de mortandad actual, como el cáncer, la diabetes, la hipertensión y la obesidad.
Mientras charlo con Filo confirmo lo que vi claramente en aquella tarde de 2017: los sistemas de salud pública de países como México asumen una postura “correctiva”, de curación, mientras que los hábitos de vida saludable y la prevención pasan a un segundo plano eclipsados por la voraz publicidad de un estilo de vida basura.
Sin que yo sea experto en medicina es claro que nos encontramos en una encrucijada muy similar a la que está sucediendo con la comunicación por la irrupción de Internet, específicamente de las Webs 3.0 y 4.0: casi todo lo que habíamos previsto será rebasado antes de lo avizorado.
Muy pocos tendrán acceso a servicios médicos de punta y muchos, muchísimos, tendrán que conformarse con la medicina concebida y desarrollada en el siglo XX.
Coincido con mi querido amigo Filo Huesca: la medicina obsoleta es una puerta para posibles crisis humanitarias.
En lo personal creo que además de pensar en medicina de punta, debemos volver la mirada a la medicina alternativa, pero eso será motivo de otro artículo.
¿Qué te parece? Nos vemos la próxima semana. Te espero.
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