El presidente Sánchez ha empezado a pagar la hipoteca de su investidura, pero incluso eso podría hacerse con más austeridad gestual y decoro institucional. Las imágenes de sus encuentros con Quim Torra, inhabilitado por desobediencia y en tiempo de descuento al frente de la Generalitat, no se corresponden con la dignidad del cargo que ostenta, por mucho que los encuentros y/o la Mesa de negociación por Cataluña se revistan con palabras como diálogo y reencuentro. Como Presidente del Gobierno de España, Sánchez no puede colocarse en plano de igualdad con el presidente amortizado de una Comunidad Autónoma, que además no abandona su actitud de rebeldía frente a la ley.
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