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Rajoy, viajante de comercio

Y enterrador de Montesquieu
Rafa Esteve-Casanova
jueves, 20 de noviembre de 2014, 08:29 h (CET)
Antaño, hace ya muchos años, los viajantes de comercio solían ser catalanes que recorrían España ofreciendo los productos que en Catalunya se manufacturaban, especialmente los del ramo textil. Pero pasaron aquellos años y llegaron nuevos tiempos y nuevas formas de venta que hicieron desparecer la figura del por entonces llamado viajante de comercio. Pero actualmente parece ser que el Presidente del Gobierno del Reino de España quiere ejercer esta vieja profesión compaginándola con la de llevar, más mal que bien, las riendas de la nación. Mariano Rajoy le ha tomado gusto a esto de viajar y desde Australia, donde estaba como representante de España país invitado, que no miembro, del G-20 convocó a los medios para explicarles, esta vez sin escudarse detrás de un plasma, que en fecha próxima, concretamente el sábado 29 de Noviembre, acudiría con su maletín de propuestas y explicaciones a tierras catalanas para explicarles bien, y de una vez por todas, a los ciudadanos de Catalunya cuánto deben a España y que por ello deben quedarse en ella a pesar del mal trato, en todos los aspectos, que últimamente vienen recibiendo por parte de un Gobierno que amparándose en su ideología quiere hacer de España un país de ideología monolítica aunque sea a base de arrasar y despreciar a los discrepantes.

Pero con el pasar de las horas nos enteramos que esta excursión de Rajoy a tierras de misión tiene ya todo el género vendido antes de iniciar el viaje. El Presidente del Gobierno de España no vendrá a explicar nada a los casi dos millones de catalanes que el pasado 9-N, voluntariamente, en paz y con la sonrisa en la boca, desafiaron al Tribunal Constitucional para acudir a depositar en las urnas sus deseos de independencia. Contra toda lógica Mariano Rajoy no acudirá, cual misionero a territorio colonial, para intentar convencer a los insurrectos, por el contrario, se esconderá bajo las alas de su icónica gaviota para perorar ante los suyos, para volver a las arengas cuarteleras insuflando ánimos en una parroquia, la popular, que cada vez más ve como sus fuerzas en territorio catalán menguan a pesar de las malas artes que, desde el altiplano madrileño, utilizan intentando amedrentar a las fuerzas del independentismo. Un día su prensa afín publica burdas patrañas contra el alcalde de Barcelona, mentiras que han salido de lo más pútrido y hondo del Ministerio del Interior, otro día y desde los mismo orígenes se filtran a otro periódico, ¿o es un líbelo?, las fotos e identidades de los jueces catalanes proclives a la celebración de la consulta y horas antes del 9-N se intentó, mediante la amenaza del miedo, que los catalanes no acudieran a las urnas, incluso hemos tenido que leer las palabras de un alto militar en las que las amenazas pasaban de las palabras a posible utilización de las armas. Y a pesar de todo la consulta se celebró y cada día son más los ciudadanos que, a la vista del maltrato del Gobierno español, creen que ha llegado la hora de entonar un adiós y de continuar siendo buenos vecinos pero cada uno en su casa y decidiendo por sí mismos.

En las últimas horas con su conducta Mariano Rajoy ha asesinado a Montesquieu. El Presidente del Gobierno del Reino de España, ha hecho suyas aquellas palabras del Rey Sol, aquel Luís XIV de Francia que se creyó ser el Estado. En estos momentos y ante las órdenes emitidas desde el Gobierno al Fiscal General del Estado para que se querelle contra Artur Mas y dos de sus Consellers queda claro que el Partido Popular detenta con total obscenidad y sin ningún ápice de vergüenza los tres poderes que, por higiene democrática, en toda democracia deben actuar por separado. Tienen en la misma mano el ejecutivo, el legislativo y ahora también el judicial. Desde el Tribunal Constitucional a la Fiscalía General del Estado, pasando por el Supremo alguna cosa está oliendo a podrido, y no es a queso precisamente, desde el mismo momento en que el Gobierno utiliza al Fiscal General para que ponga en vereda a los fiscales catalanes cuando éstos declaran no ver objeto de querella en las actuaciones del President de Catalunya y sus Consellers durante el 9-N.

Con Montesquieu muerto a manos del Partido Popular, con algún que otro alto cargo del Ejercito dando publicidad a opiniones más propias de la barra de cualquier cuartelera Sala de Banderas y con una Constitución obsoleta y que ya nació muerta hay motivos más que suficientes para pensar que muchas cosas se hicieron mal en aquella tan magnificada Transición que tan sólo sirvió para que continuaran llevando el timón durante años, tal vez hasta ahora, los herederos del General Franco y que la democracia española ahora y siempre ha estado falta de un verdadero espíritu democrático. Si esto es lo que va a llevar Rajoy el 29 a Catalunya más vale que se olvide de la maleta porque para adquirir productos caducos ya se ha pasado la hora.

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