Es la consigna que, como un grito de guerra, se está oyendo a las nueve de la noche, en bastantes ciudades españolas, cuando los ciudadanos, en su libre derecho de expresión, se manifiestan, desde las ventanas y balcones, contra Pedro Sánchez, y también, como ha sucedido ya, cuando ha habido protestas en las calles mostrando este descontento.
Esta exclamación es el fruto de la insatisfacción que sentimos los españoles por la desastrosa, ineficaz y perniciosa gestión que está realizando Pedro Sánchez junto con su Gobierno ante la epidemia que nos acogota. La reacción de este hombre totalitario y sin principios, no ha sido pararse a reflexionar y pensar que, cuando los españoles exteriorizan su descontento con tantas y tan variadas maneras, puede ser que tengan aunque sea un adarme de razón, no, ¡ni mucho menos! En su inmensa soberbia y su desmesurado ego considera que los equivocados son los demás, que el único que tiene razón es él.
Representa el caso típico del conductor que en una autopista va en dirección contraria y le dice al acompañante: “Serán tontos esos conductores, todos marchan en dirección contraria”.
Como en su inmensa egolatría se cree que es el único que tiene razón, su reacción ha sido mandar a su vasallo Marlaska que persiga todo lo que pueda significar una leve molestia para él y los suyos y vaya en detrimento de su desastrosa gestión, de manera que ha dado una orden para que haya presencia extra de dotación policial y una actitud especialmente activa de los policías en las calles en las horas destinadas a hacer deporte, precisamente cuando se producen las caceroladas. ¡Qué casualidad!
A los Agentes del Orden se les ha comunicado también que disuelvan cualquier manifestación en las calles. Para ello se han reforzado las patrullas que recorren las ciudades.
No se ha andado con remilgos, ni ha sido una orden verbal, para desmentirla, cuando considere oportuno, como está acostumbrado a hacer. Esta decisión se ha plasmado en un documento interno de la policía en el que se recoge ese refuerzo, en la fase 1, así como en la 2 de la llamada “desescalada” (por cierto que esta palabra, no reconocida en nuestro DIRAE hasta ahora, los insignes “próceres académicos”, la han admitido porque la ha puesto de moda este cabeza hueca. Tenemos bajada y descenso con más prosapia y solera que este neologismo) que llegará hasta el 8 de junio, como mínimo.
En su patente incongruencia ha decretado que se pueden celebrar conciertos musicales con una concurrencia de hasta 200 personas, en los que es, prácticamente imposible guardar un mínimo de distancia, pero no se pueden celebrar reuniones en las que se critique su nefasta gestión.
Ya se nos persigue por lo que podamos decir en las redes sociales. Un mensaje recibido no se puede reenviar a más de un contacto. Con lo que estamos monitorizados (por cierto el verbo monitorizar, según la RAE es observar, mediante aparatos especiales, el curso de uno o varios parámetros fisiológicos o de otra naturaleza, para detectar posibles anomalías, ahora se detecta todo lo que no le guste a Pedro Sánchez, por eso se nos prohíbe mandarlo).
Bueno, como estamos en época de neologismos, la daremos por buena cuando se trate de controlar y perseguir acciones u opiniones contrarias al Gobierno. Lo mismo que pulpo como animal de compañía.
Fuera de chanzas, lo cierto es que nos encontramos controlados por un rígido estado policial, como si estuviésemos en una dictadura cualquiera.
Posiblemente las cañas se le vuelvan lanzas a este aprendiz de dictador y lo pague cuando haya nuevas elecciones. Quizá a no tardar mucho, dada su actitud de desprecio hacia los españoles.
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