Ya nos encontremos en fase 1 o en fase 2, la Orden SND/399/2020 indica que se permite la asistencia a los lugares de culto cumpliendo y respetando una serie de condiciones y recomendaciones.
Quizás sea casualidad, y aunque no lo sea, es esperanzador vivir, en pleno proceso de desescalada del coronavirus, la culminación de la historia de amor de Dios hacia la Humanidad.
Pentecostés forma parte del año litúrgico de la Iglesia católica, una celebración que conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Esta festividad se celebra el domingo quincuagésimo que sigue al de Pascua de Resurrección, o lo que es lo mismo, al término de las siete semanas pascuales. Y su margen temporal fluctúa entre el 10 de mayo y el 13 de junio.
La Venida del Espíritu Santo se representa como una lengua de fuego. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo y que «la tradición espiritual conservará este simbolismo del fuego como uno de los más expresivos de la acción del Espíritu Santo», señala el artículo 696.
En relación a dicha llama, el color litúrgico propio de las vestiduras de esta celebración es el rojo. Esto significa que, por ejemplo, el ministro celebrante de la Eucaristía del domingo de Pentecostés vestirá casulla roja, si hablamos de la Iglesia católica occidental. En el caso de la Iglesia católica oriental, el color litúrgico de esta festividad es el verde.
El término pentecostés proviene del griego y su significado es quincuagésima. Se trata de una palabra relacionada con una fiesta que se menciona en el Antiguo Testamento y que hace referencia a la Alianza entre los israelitas y Dios en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.
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