Una famosa décima afirma que vale más cualquier quimera que un trozo de tela triste, y agrego que la tristeza aumenta si el trozo de tela triste ni siquiera encierra alegorías quiméricas sino que solo representa intereses creados
Hace décadas el contexto de la guerra fría acomodó los intereses argelinos, soviéticos y de gran parte de la izquierda mundial con los de Frank Rudy, quien no era precisamente un intelectual ni ideólogo de izquierda. Rudy no era un izquierdista como haría suponer la pancarta esgrimida por el Frente Polisario, sino un embajador de Ronald Reagan, ex funcionario de la injerencista USAID y referente de la ultraderecha de Washington.
Confirmando que entre izquierda y derecha lo único que existe es una comedia, al separatismo pro-argelino, que deseaba acumular fuerzas apareciendo como un movimiento alineado con Moscú, utilizó a Rudy como una especie de embajador de sus intereses en la ONU primero, y en todo el mundo después.
Hace unos días, en la significativa fecha del día de África, la diplomacia española asestó un duro golpe al separatismo eliminando la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática en un mapa político publicado por su misma titular.
Arancha González Laya, omitió la bandera en sus redes sociales, y otro poder del estado, el judicial, lisa y llanamente prohibió el uso de las banderas del grupo separatista en la esfera pública.
El Polisario, que llegó a influir en resultados electorales en España, ha retrocedido en todos los frentes y tanto a perdido influencia que un gobierno de izquierda en Madrid ha reconsiderado sus intransigentes opiniones de otrora.
Pero pocas veces había recibido un golpe tan contundente como la actual prohibición judicial de usar sus banderas, banderines o símbolos en edificios y espacios públicos por considerarlos incompatibles con el marco constitucional y jurídico vigente y lesivos al deber de objetividad y neutralidad de las administraciones españolas.
El Polisario, que siempre se ha jactado de imponer dibujos de mapas que ofendían a Marruecos poniendo en duda su integridad territorial, y realizado una campaña de gran penetración en la opinión pública española, hoy debe arriar sus banderas en el país de mayor influencia histórica sobre un longevo conflicto artificial que solo sirvió para dividir a los africanos.
De acuerdo a los considerandos judiciales, la bandera del Polisario es incompatible con la bandera de España y demás banderas establecidas legal o estatutariamente, de acuerdo a la sentencia del Tribunal Supremo del Reino de España.
Los trascendidos del mundillo político español dan cuenta de una fuerte campaña de lobby para presionar a los legisladores de la agrupación “Podemos”, sin resultados. Las instrucciones de no inmiscuirse en el problema de banderías habían provenido del mismo líder del partido que gobierna en coalición con el PSOE, Pablo Iglesias.
Las mismas fuentes que de las mismas declaraciones de Iglesias se deduce el desaire al aparato propagandístico polisarista.
Queda muy poco que agregar a lo que Goytisolo describió cuando escribió su magistral ensayo sobre el problema del Sahara a mediados de la década de 1970, donde señalaba la incoherencia de los anticolonialistas cuando defendían la intangibilidad de las fronteras impuestas por el colonialismo.
Hoy mas que nunca ha quedado en claro que ni los mismos españoles creen ya en las fronteras que ellos mismos dibujaron en el mapa de África. LAW
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