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​Fórmula para fabricar pobres

La ayuda a los dependientes debe ser para alcanzar una mejor calidad de vida. Se evitarían fraudes, gente que no quiera trabajar…
Jesús  Salamanca
lunes, 15 de junio de 2020, 09:38 h (CET)

Sería justo que quienes reciban el Ingreso Mínimo Vital (IMV) a cargo del Estado prestaran a cambio una colaboración en alguno de los sectores de la vida laboral dependiente de los poderes públicos, aunque solo fueran algunas horas al día. Estaríamos hablando de Trabajo Mínimo Vital (TMV). Ya que el Estado les concede la ayuda, qué menos que ellos también contribuyan con su contraprestación. Si no es así, se estará ante la fórmula ideal para fabricar pobres


Sería un error de bulto que se fomentara la dependencia, sin más, a cambio de nada. Determinado tipo de gobiernos son muy dados a predicar y a dar los peces pescados, pero nunca enseñan a pescarlos. Y eso siempre va contra la propia ciudadanía, salvo que se pretenda crear dependientes y votantes cautivos. El PER se creó como algo necesario para momentos puntuales, pero se acabó convirtiendo en permanente y eso ha llevado a todo un “doctorado” de picaresca, fraude y engaños; incluso, algunos consistorios se han aprovechado de ello para perpetuarse.

Siempre se ha dicho que los partidos de izquierda son expertos en repartir pobreza. Se suele comenzar con ayudas y se acaba como se acaba. Recuerden que el socialismo y el comunismo ofrecen y dan lo de los demás y acaban generalizando esa pobreza. Incluso, en ocasiones, dejan de dar cuando se acaba el dinero de los demás. De momento ya tenemos un primer enfrentamiento entre el “vice” segundo y el ministro Escrivá: la factura del IMV será asumida por el Estado cuando, desde el Ministerio, existía la idea de que esas ayudas las asumieran las comunidades autónomas. Y razón tenía el señor ministro porque el artículo 148 de la Constitución establece que las comunidades autónomas pueden asumir competencias, entre ellas las propias de los servicios sociales. Invade Iglesias competencias que no son de él.

En vez de dar dinero el Estado a cambio de nada, en virtud de esa mal entendida solidaridad y ansiedad prolongada, lo que procede es una planificación en condiciones e intentar formar a esos supuestos dependientes. Tras estudiar la regulación del Ingreso Mínimo Vital en el BOE, compruebo que no hemos aprendido nada con la permanencia del PER, pues seguimos sin aportar mano de obra al campo, hay cosechas que no se pueden recoger y ni siquiera a la inmigración le resulta atractiva la labor rural.

Hasta que aprendamos algo, hay un sinfín de labores que sí pueden realizar quienes reciban ese IMV: ayuda a familias con enfermos; colaboración en familias con ancianos; limpieza del medio ambiente ante el abandono continuado de los ayuntamientos y autonomías; trabajos colaborativos con los servicios sociales; aspectos culturales que no supongan eliminación de puestos de trabajo; colaboración en centros educativos mientras dure la crisis sanitaria y un largo etcétera.

Eso de que la ayuda sea vitalicia no lo entiendo. ¿Por qué? Pues porque desanima a la hora de buscar empleo. Es algo lógico: el mismo planteamiento que yo me hice, lo encontré perfectamente explicado ayer en un medio. Comentaba un analista que ya se ha empezado a notar la baja de empleadas del hogar en la Seguridad Social. Vamos a ver por qué: si ahora solo ingresan el resultado de su trabajo en el hogar, dándose de baja en la S.S. podrán cobrar el IMV más el extraordinario de horas que trabajen fuera aparte, en negro. Fíjense, no hemos empezado y ya está liada: dos ingresos no declarables, pero en el campo no se encuentra mano de obra. Estamos hablando de economía informal.

Nunca es bueno que el Estado regale dinero para fomentar la insolidaridad. Lo que debe hacer es proporcionar las medidas precisas para que haya TRABAJO hasta alcanzar la ocupación plena. Miremos hacia Alemania. La ayuda a los dependientes debe ser para alcanzar una mejor calidad de vida. Se evitarían fraudes, gente que no quiera trabajar, efecto llamada,… Tal y como está planteado el Ingreso Mínimo Vital (IMV) se volverá al fomento de la economía sumergida, salvo que las formas de control sean presenciales.

Esas formas reguladas hasta ahora no satisfacen. ¿Cómo se va a medir la proactividad a la hora de buscar empleo por parte de los beneficiarios? ¿Va en serio lo de penalizar a esos beneficiarios en caso de rechazar sistemáticamente el empleo buscado? ¿De verdad que serán obligados a devolver hasta tres mensualidades o seis de lo percibido? Créanme, es el caldo de cultivo ideal para abusos que ennegrezcan la economía. La regulación hecha es muy torpe y burda, más aún si se tiene en cuenta el patrimonio de los beneficiarios.

No sé si el IMV supondrá un hito en la lucha contra la pobreza, como dice el ministro Escrivá, pero sí estoy seguro de que esta nueva ayuda debe cambiar el sentido de las prestaciones que se venían recibiendo hasta ahora. En algunos casos eran tremendamente abusivas, además de que los perceptores se jactaban de que “ganaban más sin ir a trabajar que los que se joden a madrugar todos los días”. No hablo de oídas sino por haberlo presenciado en numerosas ocasiones. Piensen que todas CC.AA. ya tenían ayudas, incluso en alguna se llamaba como la nueva ayuda. Esperemos que se eliminen las existentes y se integren todas en ésta. Si no estaremos haciendo un pan como una tortas.

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