Jesús, viendo los déficits sociales que había entre sus oyentes, les dice: “Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5: 48). Se tiene que ser muy precavido a la hora de interpretar las palabras de Jesús. Si se las descifra literalmente dejando de lado el contexto general de la Biblia ,se pueden producir graves trastornos de la personalidad.
Víctor-M. Amela entrevista a la escritora bilbaína Espido Freixe, diciéndole: Me adelantaba que usted terminó fatal…La respuesta que llega. “Por aquellas contradicciones y porque me exigí ser la mejor…en todo lo que hacía: canto, escritora…y me invadió el vacío: Ansiedad, pensamientos negros…Y compensé aquel vacío con la comida: comía, vomitaba…bulimia y también anorexia y…trastornos de la conducta alimentaria, en resumen. …Y de hecho estaba sumida en una depresión”. El periodista le dice. ¡Pero usted ganó el premio Planeta con 25 añitos! ¿No le hizo subir la moral? “No. Aquello me empeoró… ¡Me empeñé en demostrar que lo merecía! Me esforcé, trabajé más y más…”Puedo más”, me decía. Quise disipar sospechas. Y todo esfuerzo era poco, todo triunfo era poco” ¿Cómo salió del bucle destructivo? Le pregunta Víctor-M.? “¡Fue difícil! Como mujer me esforzaba a ser más brillante que cualquier hombre. Hoy sé que cualquier mujer tiene derecho a ser tan mediocre como cualquier hombre”. Espido dice que le ayudó a ver la luz “la meditación primero. Y la psicoterapia de grupo, enseguida escuchas al otro, te ves reflejada, y la ayudas a relativizar sus cosas… ¡Y aprendes a relativizar las tuyas!…En otras personas es natural estar bien, en mí es pura determinación: ¡No volveré a hundir la cabeza en aquel lugar oscuro, húmedo y frío, no quiero! La depresión es una hiedra: enraíza las patitas en la pared…y lo infecta todo”. Dramática la experiencia de quien quería sobresalir en todo. Ser la número 1.
Analicemos “ser perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Esta orden Jesús no la da al hombre en general, ni a quienes se consideran cristianos porque siguen las enseñanzas de la Iglesia católica. Aceptan la enseñanza de que para alcanzar la perfección tienen que poner sus cuerpos bajo estricta disciplina: flagelaciones, largos ayunos, cilicios, es decir, mortificando el cuerpo cuanto más mejor. No se debe dejar levantar la cabeza a las pasiones carnales. Se pretende alcanzar la perfección del Padre celestial sin conseguirlo. La tortura física no es el camino para obtenerla. “Ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” se pide a aquellos que creen que Jesús es el Salvador, que murió por ellos en la cruz, que la sangre derramada en el Gólgota limpia todos sus pecados. Por la fe en Jesús, que es un regalo de Dios, se convierten en hijos de Dios que no han alcanzado la perfección del Padre celestial, que Jesús les pide. Se inicia un proceso que el apóstol Pablo describe de manera muy entendedora, haciéndonos ver que el narcisismo cristiano no es el camino que conduce a la perfección cristiana.
El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Filipos, les dice: “Porque nosotros somos la circuncisión (verdaderos cristianos), los que en espíritu servimos a Dios, y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3: 3). El apóstol hace un breve resumen de su vida anterior como perseguidor de los cristianos. Declara su condición de narciso al afirmar que en cuanto a su fidelidad a la Ley de Dios irreprensible (v.6). Ahora, el prestigio que gozaba en el judaísmo siendo fariseo orgulloso de lo que consideraba estricta observancia de la Ley de Dios, como cristiano “estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura por ganar a Cristo” (v.8).
Ahora el apóstol enseña el camino que conduce a la perfección del Padre celestial: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto, sino que prosigo por ver si logro asir aquello para lo cual fue también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado, pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que queda delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (vv. 12-14). Llega al final de la carrera cristiana, que describe con estas palabras: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (vv. 20,21). El apóstol Pablo y todos los que tienen su misma fe alcanzarán la perfección del Padre celestial al encontrarse en el reino de los cielos, en donde no existe pecado, la muerte ha sido vencida por la resurrección de Jesús y la corrupción física del tiempo presente habiendo sida transformada en incorruptibilidad. ¡Ah! Y el aguijón del pecado destruido. Allí en donde no hay pecado no hay muerte.
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