Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) se han convertido en el tercer país árabe en establecer relaciones diplomáticas con Israel, tras que Egipto diera el primer paso en 1980 y Jordania el segundo en 1994. Dicho acontecimiento va a tener importantes repercusiones en la política del Medio Oriente y del Mundo.
El principal artífice de dicho acuerdo es Washington, tal y cual se dio en los previos tratados. Esto va a querer ser capitalizado por Donald Trump de cara a las presidenciales de noviembre, en la que no anda nada bien en las encuestas.
Para Tel Aviv se trata de un gran avance, pues los EAU son la primera de los seis ricas petro-monarquías del Golfo Pérsico con los cuales va a intercambiar embajadas, creando un precedente para que otras naciones árabes puedan hacer lo mismo.
Para Dubái, que ya es la ciudad del mundo con más edificios modernos y con el rascacielos más alto del planeta, es una muestra de afirmar sus intentos de convertirse en potencia regional y mundial. Justo hace ello cuando los EAU se han convertido en el primero de más de 50 países musulmanes en lanzar un cohete a Marte.
Tel Aviv y Dubái van a tener vuelos directos, mientras Netanyahu se ufana que va a promocionar el turismo musulmán hacia la mezquita de oro de Al Aqsa y los emires sostienen que en su país se pueden construir sinagogas e iglesias.
Tal anuncio se da a pocos días de la mega-explosión que ha destrozado Beirut, algo de lo cual muchos quieren sacar ventaja para tratar de aislar a Hizbola, el principal partido-ejército del Líbano, y a las fuerzas del autodenominado “Bloque de la Resistencia”. Este último es encabezado por Irán e integrado por diversas fuerzas chiitas que van desde
Afganistán hasta Líbano, y que dominan Bagdad, Damasco y Sana, además de las fracciones armadas que se enfrentan constantemente a Israel como varias palestinas y el Hizbola.
Mientras el presidente francés Emmanuel Macron viajó a Beirut inmediatamente después del estallido que dejó sin casas a 300,000 libaneses para demandar un nuevo orden y mayor influencia en este país de su anterior potencia colonial (Francia), el acuerdo Washington-Tel Aviv-Dubái busca generar un gran bloque contra el llamado bloque de la resistencia.
Unidad contra Irán Si hace 7 décadas las naciones árabes consideraban a Israel como su principal enemigo debido al hecho de que se había creado un Estado hebreo en una tierra donde dos tercios de sus habitantes eran de lengua árabe y religión musulmana, hoy el panorama regional ha cambiado radicalmente. Para la mayoría de las 6 monarquías de la península arábiga, las mismas que han amasado fortunas con lazos estrechos con las multinacionales petroleras norteamericanas, el enemigo más importante hoy son los iraníes, no por el hecho de que hablen otra lengua o profesen una variante minoritaria del Islam (el chiismo), sino por que promueven repúblicas islámicas que nacionalizan recursos, y que se enfrentan a sus intereses y a los de EEUU.
Hoy la principal competencia militar que hay en el Golfo Arábigo es la que se da entre los sauditas y los persas. Teherán y sus aliados regionales han logrado derrotar a socios sauditas en Irak, Siria y Líbano, mientras que en Yemen los sauditas y los EAU vienen interviniendo militarmente para derrocar al gobierno de su capital Sana’a, el cual es chiita y está muy ligado a Irán.
Los sauditas encabezan el Consejo del Golfo Pérsico en el cual se encuentran otras monarquías autocráticas: EAU, Kuwait, Qatar, Bahréin y Omán. Todas estas seis han hecho causa común cuando en 1980-88 financiaron a Irak para que lance una guerra contra Irán, la cual produjo un millón de muertos, y luego cuando en 1991 y 2003 apoyaron a EEUU contra su antiguo socio Saddam Hussein. Algo que distingue a todas sus dinastías es el poseer autocracias muy represivas y en mantener a la mano de obra extranjera sin derechos y ciudadanía.
En el conflicto saudita-persa Qatar ha buscado mantener su propia autonomía y sus intentos de mediar entre las petro-monarquías arábigas e Irán, algo que se ha expresado en promover la “primavera árabe” y en seguir abogando por los derechos palestinos. Ello condujo a que los sauditas les hubiesen pedido permiso a los estadounidenses para invadir Qatar y hasta hayan querido crear una fosa de agua en su frontera para transformar a Qatar en una isla.
Omán, que es la única nación musulmana lideraba por una secta distinta a la sunnita y chiita, también busca aparecer como mediadora. El resto de la media docena de monarquías arábigas busca promover solo a la variante sunnita del islam (aunque los chiitas son mayoritarios en la costa este saudita y en Bahréin)
Kuwait y, sobre todo Bahréin (quien fue ocupado por los sauditas) son proclives a la casa real de los Saud. Los EAU son el principal aliado saudita y también el Estado árabe del Golfo que le sigue tato a nivel de finanzas, armas y población. Mientras los sauditas concentran gran parte de sus baterías en la lucha contra Teherán, los EAU han buscado expandirse militarmente en las guerras de Siria, Libia y Yemen. Es en este último conflicto donde vienen siendo los socios menores de los Saud en una guerra que ha producido la peor epidemia de cólera del planeta.
Los sauditas ya han sobrepasado a Rusia como el tercer país con el mayor presupuesto bélico que hay. Pese a su superioridad en términos de dinero y de armas sofisticadas, los sauditas no han podido imponerse ante ningún aliado militar de Irán, república islámica que desde 1980 se ha forjado en numerosas guerras y que ha creado una red de organizaciones que se proclaman antiimperialistas con mucha mística. Los sauditas inicialmente apuntalaron la creación de grupos armados fanáticos sunitas, pero muchos de ellos se salieron de su control, como Al Qaeda o el Daesh (Estado islámico de Irak y Siria).
Democracia Para el primer ministro hebreo Benjamin Netanyahu el acuerdo con los EAU es una victoria que le permite justificar por qué no anexionó la ribera occidental del río Jordán y el Mar Muerto el primero de julio (aduciendo que fue una concesión para lograr tal acuerdo con Dubái). Además, le sirve para querer hacer frente a las crecientes protestas callejeras de sus compatriotas que le acusan de ser responsable de tantos casos de COVID-19 y de seguir eludiendo la justicia por acusaciones de corrupción (le gritan “Crime MInister” y no “Prime Minister”).
Los EAU quieren justificar su nuevo acuerdo aduciendo que gracias a ello impidieron que el Estado hebreo incorpore a su seno a un 30% de la Cisjordania. Empero, la verdad es que Netanyahu no ha renunciado a tal propósito, sino que no lo ha podido hacer como una muestra de debilidad ante una posible crisis de su gobierno y una fuerte oposición interna e internacional. Su propio número dos, el general Benjamín Gantz, no le secundaba en ello mientras que gran parte de la opinión pública israelí le rechaza pues estima que eso ha de generar nuevos conflictos y lluvia de misiles contra poblaciones hebreas lanzados desde gaza al sur y desde Líbano al norte.
Los nacionalistas árabes acusan a los EAU de traicionar a los palestinos. Ciertamente que para los emires la suerte de cualquier pueblo no le es de mayor importancia. Los EUA son el país que más discrimina a la mayoría de sus habitantes. Solo uno de cada 9 de sus 10 millones de habitantes tiene la ciudadanía, mientras que la inmensa mayoría puede ser deportada en cualquier momento y hasta debe trabajar más de 8 horas diarias viviendo en apiñadas viviendas (al lado de rascacielos y edificios de lujo). Un 60% de los habitantes de los EAU viene del subcontinente indio y un 6% de Filipinas.
A los emires les tiene sin cuidado la cuestión de la democracia, algo que nunca han practicado en su país, o la defensa de alguna etnia, pues ellos oprimen a la mayoría de su país, la cual en su inmensa mayoría ni siquiera es árabe. Todos quienes han construido los edificios más espectaculares que hay son inmigrantes con pocos derechos. Israel se precia de ser un país que ha dado más libertades y derechos a las mujeres, mientras que en los EAU nadie del sexo mayoritario jamás ha podido gobernar y la poligamia es incentivada. Es más, el primer decreto que impuso el nuevo gobierno libio post-Gadafi armado y financiado por los EAU fue restablecer la poligamia.
Los EAU es uno de los Estados más desiguales y represivos del planeta, pero la manera en la cual dejan sin derechos al 88% de sus habitantes, nunca han electo a sus gobernantes, discriminan al sexo mayoritario, han estado envueltos en armar y financiar a grupos binladenistas y siguen patrocinando carnicerías contra civiles en Yemen, Libia o Siria, es algo que viene siendo ignorado por una prensa mundial centrada en defender los intereses de grandes corporaciones petroleras.
El acuerdo diplomático Israel-EAU podrá ser bien visto por muchos judíos y occidentales, así como por muchos emires musulmanes, pero no es algo que ha de traer paz o democracia al Medio Oriente. Se trata de un pacto que favorece a una de las potencias regionales implicadas en las terribles carnicerías de Yemen, Libia y Siria, y que apunta a ir creando las condiciones para un gran conflicto regional donde Israel debiera aliarse a las petro-monarquías del Golfo y eventualmente a la dictadura egipcia frente a Irán y sus socios, cubierto parcialmente por Rusia, Turquía y China.
La paz, la democracia y la estabilidad en el Medio Oriente solamente podrán empezar a darse cuando en todos los países que le componen se les permita a todos sus habitantes el tener plenos derechos para ejercer todas las funciones. Esto implica darle la ciudadanía a todos los no árabes que son la mayoría de la población de la UAE y a los árabes que desde hace 52 años viven bajo territorios ocupados de Israel. Solamente, cuando en esta región se emule alguna forma de federación democrática con derechos a todas las etnias, como es la Unión Europea, es que se podrá avanzar en desterrar allí las guerras fratricidas.
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