He podido ver las aterradoras fotografías de un templo incendiado en Chile por la barbarie. Según se desprende del artículo publicado en “euronews” “Arden Iglesias en Santiago de Chile. La Iglesia de la Asunción y la de San Francisco de Borja han sido pasto de las llamas en fuegos provocados por enmascarados”. Siguen diciendo las noticias: “parece ser que uno de los incendiarios era un miembro de la armada”.
No sé que le habrán hecho los cristianos chilenos a esos bárbaros que manifiestan actitudes que vuelven a recordarnos tiempos pretéritos. Parece ser que los intolerantes se ceban con esos recintos sagrados, en los que solo se encuentra paz y consuelo.
Yo respeto a los ateos, a los agnósticos y a los seguidores de todas las religiones. Parece ser que no todo el mundo piensa igual que yo. En Paris ha sido decapitado un profesor de historia por un integrista musulmán que se tomó la injusticia por su mano. El profesor había estado comentando en una de sus clases las caricaturas de Mahoma publicadas de nuevo en el semanario satírico Charlie Hebbo. Con algunos temas parece que seguimos en el medioevo. Las guerras de religión, más o menos solapadas, proliferan por todo el mundo. Seguimos con guerras “santas”; con “salvadores de la verdad”; con falsos profetas. Los encontramos en la política, en los medios, incluso en ¡La medicina! Ahora también surge la división entre los partidarios de las vacunas y los que las condenan; los que creemos en la necesidad de prevención contra el Covid-19 y los que optan por considerar la pandemia como un invento de alguien para enriquecerse.
Dejemos en paz a cada uno con sus ideas, su fe, sus creencias o su forma de enfocar su religiosidad. Respetemos los lugares de culto, que no molestan a nadie. Sin embargo parece que no todo el mundo piensa así. Ahora lo moderno es tirar estatuas e infravalorar todo lo que no hayan realizado los antecesores de nuestra cuerda.
El ser humano a veces deja de serlo. Seguimos a nuestros guías religiosos ora con velas, ora con estacas. La fe, las creencias, la religiosidad y las ideas se deben rumiar hacia adentro. Se transmiten por el ejemplo. Exponer, no imponer
Todo lo demás es intolerancia.
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