Nos ha vuelto a sorprender El Papa Francisco. Con sus palabras ha hecho recuperar las esperanzas en una Iglesia Madre y no madrastra, comprensiva y no inquisidora, de un colectivo marginado e incomprendido por muchos creyentes.
Me refiero a sus palabras reconociendo “el derecho a una familia de las parejas homosexuales”. Continua diciendo: Son hijos de Dios y tienen derecho a gozar de una familia”.
Bravo por Francisco. Ha reconocido los derechos de unos seres humanos. De ese 7% de la sociedad que compone ese colectivo, según indican las estadísticas. En estos tiempos, en los que ya se han podido liberar de la lacra que suponía su persecución por una sociedad hipócrita, que veía la mota en el ojo ajeno, han salido a la luz un montón de personas que han manifestado sus opciones sexuales sin miedo a un posible rechazo. A lo largo de mi vida he conocido y he convivido, también en mi familia, con buenas personas, creyentes o no, que se sentían rechazados por una parte de la sociedad y de la Iglesia basada en un rechazo frontal al signo de los tiempos. Se emitían juicios terrenales basados en un cristianismo del palo y tentetieso. Ellos, los homosexuales de buena voluntad, en su día salieron del armario. Ya va siendo hora de que los familiares y amigos lo reconozcamos, apreciemos su valentía y nos dejemos de vergüenzas y de tapujos.
El capítulo 25 de San Mateo lo dice claramente. “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”. Del tema de las tendencias sexuales, ni mencionarlo.
Me han llenado de gran esperanza las palabras del Papa. Me consta que a muchos marginados hasta ahora por sus tendencias sexuales, también. Todo es cuestión de amor. De amor limpio, sin someter al otro ni utilizarlo. Sin ningún tipo de proselitismo ni exhibicionismo, Sin provocar situaciones no deseadas. Gracias Francisco por tu comprensión.
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