El DRAE le da a la palabra vehicular, como verbo, el “servir de vehículo a algo”, o “transmitir, difundir o comunicar”, también a todo aquello que se refiere a los vehículos o medios de transporte. Para mí no deja de ser una cursilería o pedantería la expresión de “el Español lengua vehicular”. El Español es la herramienta lingüística que sirve para que nos comuniquemos casi 600 millones de seres humanos.
Los primeros vagidos que dio nuestra incomparable lengua fueron las jarchas que eran pequeñas composiciones líricas populares de la España musulmana escritas en hispanoárabe coloquial o en romance, después las glosas emilianenses y los mesteres de clerecía y el de juglaría, el primero más culto, y el segundo más popular. No se puede señalar un momento exacto del nacimiento del español, ya que este resultó del latín vulgar que hablaban las legiones romanas como una especie de lingua franca con la que se entendían los legionarios del Rin, con los establecidos en Egipto o en Hispania.
Yo sostengo que el español no es nada más que un dialecto del Latín, con las aportaciones de las distintas lenguas de los variopintos pueblos que se han asentado en nuestra España.
A mis alumnos de Latín, en la primera clase que les impartía les decía que no sabía qué hacía yo intentando enseñarle una lengua que ya conocían. Ante su asombro, les ponía en la pizarra la siguiente frase: “María cuando tu cantabas orabas”, y les hacía caer en la cuenta de que eso era tan Español como Latín. Tras los momentos de risa, reconocían que, en verdad, la bella lengua del Lacio tenía un hijo al que llamábamos Español.
¿A qué viene toda esta perorata? Simplemente al descabellado intento de esta nefasta y corrosiva ministra Isabel Celaá que ha declarado, sin rubor alguno, lo siguiente: “el objetivo es que todos los alumnos y alumnas concluyan sus estudios siendo plenamente competentes en el castellano, la lengua cooficial, si la hubiere, y alguna lengua extranjera, si es posible dos”, es decir, que equipara a cualquier otra lengua al Español, siendo así que el punto primero del Artículo 1 de nuestra constitución dice: “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. O sea, que se establece como una obligación ineludible el conocimiento y uso el Español.
Las restantes lenguas, dónde las hubiere, no son de obligado cumplimiento, así que, si unos padres desean que sus hijos conozcan sólo la lengua constitucional, tienen derecho a exigirlo y a que se les proporcione su aprendizaje y conocimiento. No se les puede segregar como si fuesen apestados a aquellos que desean expresarse en Español, ya que ese deber y derecho lo ampara nuestra Constitución.
Personalmente considero que mientras mayor sea la cantidad de lenguas en las que una persona pueda expresarse, solo significa un cúmulo de riqueza con el que puede relacionarse con más individuos, pero lo que es ilegal es que haya inspectores en los recreos para ver y señalar a quienes hablen en Español.
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