El mandato Presidencial de Donald Trump estuvo marcado por dosis extremas de volatilidad debido a su personalidad paranoica aunque el leitmotiv de su mandato fue implementar un Estado Presidencialista con claros tintes autocráticos.
La autocracia, del griego autos (por sí mismo) y kratos (poder o gobierno), sería la forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado, especie de parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal), que partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres, llegado al poder se metamorfosea en líder Presidencialista con claros tintes autocráticos (inflexible y autoritario), lo que corrobora la tesis de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”. La autocracia sería pues una especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder), elementos que confluyeron en la Presidencia de Trump tras fagocitar al Partido Republicano.
La estrategia electoral de Trump se basó en la técnica de la manipulación de las masas expuesta por Edward L. Bernays en su libro “Cristalizando la opinión pública”, en el que desentraña los mecanismos cerebrales del grupo y la influencia de la propaganda como método para unificar su pensamiento. Así, según L. Bernays, “la mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía”.
Así, su propaganda estuvo dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta. Dicha estrategia fue diseñada por su asesor Steve Bannon quien le transmitió los puntos esenciales del ideario populista: mensajes cortos y xenófobos en las redes sociales, culto al líder y utilización de las fake news para sumir a la población en la duda existencial y cuyo primer efecto nocivo fue el finiquito del paradigma vigente en las últimas décadas (Teoría de lo “políticamente correcto).
Trump se negó en redondo a aceptar los resultados de las Elecciones Presidenciales en las que resultó elegido Joe Biden y continuó alimentando la teoría del fraude electoral en las redes sociales, pero tras el fracaso de su ofensiva judicial, habría decido dar un Golpe de mano para impedir la certificación de los resultados electorales que proclamaban vencedor a de Joe Biden en connivencia con los mandos de la seguridad del Capitolio así como de varias agencias federales.
Así, en el asalto al Capitolio por parte de turbas trumpistas arengados por Trump se habría infiltrado un grupo de 21 personas uniformadas y de formación militar cuyo objetivo sería provocar un vacío de Poder tras eliminar a los líderes republicanos Nancy Pelosi y Kamala Harris así como al Vicepresidente Mike Pence, devenido en bestia negra de los trumpistas tras permitir al Congreso certificar los resultados de las Elecciones y ser acusado por Trump de “ no tener el coraje de hacer lo que debería haber hecho para proteger a nuestro país y nuestra Constitución”. Dicho vacío de Poder sería aprovechado por Trump para declarar la nueva República trumpista pero tras el consabido fracaso, los demócratas abrieron un nuevo frente en su contra para lograr su total descalificación de cualquier cargo público mediante la aprobación por parte del Congreso de un nuevo juicio político que será votado en el Senado luego de los primeros 100 días del mandato de Joe Biden, no siendo descartable que Trump sea encontrado culpable de los cargos que se le imputan y en consecuencia, condenado al ostracismo político.
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