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Usos en boga

Somos complacientes con los comportamientos actuales. Así continuarán los desajustes
Rafael Pérez Ortolá
jueves, 28 de enero de 2021, 11:53 h (CET)

Aunque nos gusta alardear de pretendidas certezas con afirmaciones rotundas; por el contrario, llegada la hora de los comportamientos habituales resplandecen la preferencias dedicadas a los grandes equívocos. La discordancia es notoria. Confundimos las resonantes contundencias en el decir, con la sosegada consistencia de lo transmitido; en los sectores sociales predomina esa confusión. No puede extrañarnos la proliferación de FANTOCHES dicharacheros y aparatosos en torno a cualquier concepto; a cada cual más vociferante, sin entrar en la pertinencia de sus manifestaciones, que ni propuestas son, porque no se acercan a la complejidad comunitaria.

La insensatez parece ser contagiosa, a la vista está la extensión de sus dominios. Las ciencias adelantan a su paso, fraguado en las sucesivas comprobaciones; pero los humanos sobrepasamos su capacidad de penetración, ocupando los más elevados pedestales. Como auténticos agentes “egológicos”, no admitimos réplicas, ninguna alcanza la altura donde nos hemos ubicado. Ejercemos de ORÁCULOS engreídos, despreciamos otros focos de colaboraciones. Por encima de los mencionados equívocos, cuando las mayores complejidades nos aturden en los condicionantes vitales. El tarro de las esencias muestra su intrincado contenido en cada apertura, nos pilla distraídos, atentos a las banalidades caprichosas.

La diversidad se muestra por doquier en los aspectos más insólitos; el carácter homogéneo, uniforme, no luce en las expresiones mundanas. Con referencia a las personas, todavía destaca el polimorfismo. Por eso cobra valor la armonización de tantos factores. En la sociedad, la continua aspiración a una cierta armonía adquiere un perfil utópico. El pretendido concepto de comunidad entre gente variada, la transformamos en un COMUNITARISMO ramplón, sobre todo por la escasa consideración dedicada a grandes sectores de la población. Abundan los intereses sectarios, las tergiversaciones desde el poder, la escasa vinculación participativa; conducentes a la degradación progresiva del concepto comunitario.

Cuando asumimos el surgimiento de opiniones divergentes, de informaciones contradictorias: los mínimos para una convivencia aceptable requieren de unas valoraciones compartidas de los datos obtenidos. Las verdades suelen ser poliédricas e incompletas; dependen del enfoque de las miradas, de los objetivos propuestos, de las inteligencias puestas en juego. Frente a esa jugosa realidad rica en posibilidades detectamos la proliferación de unas deliberaciones CHUSCAS; en las cuales predomina la torpeza, no se vislumbran ni la franqueza expositiva ni las proposiciones bien argumentadas. Así no hay manera, no sirve el recurso de unos diálogos desvirtuados por las actitudes.

Reconozcamos las dificultades para una deliberación en condiciones. Habla uno sin controlar lo expresado; escucha el otro percibiendo a su manera lo dicho. Entran en conflicto lo subjetivo y lo objetivo, sin soluciones concretas a la vista. Cayendo a raíz de ese discurso en unos errores esquemáticos muy frecuentes y lamentados. Idolatramos las formas expuestas como figuras fijas, ahondando así en el error. Lo esencial no son esos etiquetados, sino la verdadera COMPRENSIÓN de los interlocutores; y esta exige franqueza deliberativa, escucha atenta, consideración de los matices, con la consiguiente calibración de posibles resultados. Muy diferente de las intervenciones ofrecidas a la ciudadanía.

Desde muy antiguo, el mucho hablar no se corresponde con la consecución de los buenos ensamblajes; por otra parte, los hechos no retroceden, si acaso vienen otros nuevos. El contenido de lo tratado en las conversaciones tiene su lógica, aunque fuera la de unas discusiones sin fin, con acuerdos imposibles. No tiene nada que ver con la lógica de las actuaciones, del cumplimiento de lo ideado; puestos en acción, el hilo conductor es de otro material. Quizá por eso, hemos configurado una sociedad ILÓGICA, en la cual deambulamos, si no satisfechos, al menos con la suficiente complacencia rutinaria. En ella se adormecen hasta los supuestos inconformistas radicales y las propuestas ilusionantes se disuelven como azucarillos

Si a nivel particular estamos sometidos a inquietudes desequilibrantes, al estar inmersos en los ámbitos comunitarios se incrementan las complejidades, circulamos entre complicaciones inusitadas. No tanto por la entidad de los problemas surgidos, con su correspondiente acompañamiento de causas, circunstancias y repercusiones; ya que su amplitud está abierta a los análisis pertinentes. Las peores dificultades devienen en torno al OSCURANTISMO desplegado en tres frentes. Los pusilánimes actuando desde la sombra por cobardía, cómplices de corrupciones y desmanes. Los osados, en actuaciones perversas, escondidos en estratagemas pérfidas. Sin olvidar a los gestores públicos desentendidos de la transparencia requerida.

Casi por destilación inevitable de las figuras anteriores, emergen ciertos personajes o agrupaciones con mayor destreza para posicionarse por encima de los demás; sobre todo a base de la acumulación de fuerzas, los argumentos suelen supeditarse a este poderío o bien no encuentran resquicios entre los disfraces. Es suficiente con pulsar el ánimo en barrios, ciudades y gentes en un amplio muestrario. Eso sí, desde sus dominios informativos, presentan su propuestas como consensos (Sólo de sus adláteres), orientados a la IMPOSICIÓN de sus dictámenes. Si hace falta, si no también, los calificarán de populares, democráticos, progresistas o insuperables; ejerciendo desde las cumbres diseñadas.

El estilo de las libertades modernas adquiere rasgos peculiares, sin que por eso se libre de las limitaciones de toda libertad de unos si aplastan a los otros. Cito hoy a una de esas aplicaciones centrada en la utilización de las redes sociales. Me refiero a las MOVIDAS virtuales desencadenadas a través de mensajes en móviles o correos. El anonimato encubre por lo general a los verdaderos promotores, quienes lanzan las primeras ideas emotivas e incendiarias. Su carácter explosivo viene después, por ese contagio masificado poco dado a la reflexión, con la provocación de efectos no siempre previstos. Mengua su valoración al no contar para nada, incluso despreciar o agredir, a quienes no secundan su movida.

Pese a las apariencias, no todo el espacio es ocupado por los lacayos serviles ante cualquier asomo de poder. Una buena parte, también la recorre el personal bigardo e indiferente, plegados a una rutina amorfa. Algún resquicio quedará para aquellos aguerridos implicados en la elaboración de un TRAZADO personal auténtico, intransferible; tratando de lograr un pronunciamiento decisivo, diferenciando el mero sobrevivir del vivir. Desde luego, siempre con matices de confrontación con las corrientes ajenas; las dificultades naturales, los diferentes modos de pensar, los enigmas, los abusos, las debilidades propias como enemigos. Esa trayectoria particular es la pieza fundamental de la condición humana, dispuesta para la batalla existencial. Su grado de emprendimiento subsistirá de manera nuclear a pesar de las acometidas ambientales.

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