| ||||||||||||||||||||||
|
|
La DANA que ha azotado a varias localidades del este y del sur de España ha dejado un panorama devastador: hogares destruidos, servicios interrumpidos y, lo más grave, pérdidas humanas. Este tipo de fenómenos meteorológicos, cada vez más intensos y frecuentes, no solo dejan daños físicos, sino que afectan profundamente la salud mental de quienes se ven involucrados, directa o indirectamente. Las heridas emocionales son reales y merecen ser atendidas.
Vivimos en una sociedad en la que tenemos la obligación de actuar como lo hace el resto, de comer lo que prueban otros, de tener aficiones conforme al entorno al cual nos hemos desarrollado y sobre todo, a relacionarnos con personas afines a nuestros intereses y clase social
Rabia, impotencia, indignación, tristeza, pena, frustración, culpa, orgullo, solidaridad, responsabilidad. Todas estas emociones se han desatado ante la tragedia de Valencia entre las víctimas, sus vecinos y entre los millones de personas que han contemplado el desastre a través de los medios y las redes sociales. Es una carga emocional extraordinaria que será necesario ir gestionando de manera individual y colectiva en los próximos meses.
|