Hoy este rincón lo destino a hablar de un libro. Mi fascinación por él viene acompañada por la sorpresa, la de ser la primera obra de alguien que lleva toda la vida teniendo mucho que contar, y que al parecer siempre supo como hacerlo. Hay algo de fascinante en muchas operas primas, pero sin duda lo que más es la existencia en ellas de un estilo tan personal que parece más propio de una obra de madurez, de esas en las cuales los autores compendian su carrera cuando quieren resumírsela a los iniciados.
No nos taparan (2021, Editorial Akal) es una radiografía, tan amena como incómoda, acerca de una lucha. Una lucha que se desarrolla a cámara lenta, fuera de plano y sin acompañamiento de banda sonora. Todo acontece lejos de nuestra mirada condescendiente porque no queremos verlo, porque no terminamos de creerlo, o porque pensamos que vivimos en el Edén impermeable donde estas cuestiones no nos tocan ni de lejos. En No nos taparan se nos cuenta la historia de una marea imparable que va tiñendo de oscuridad conciencias, realidades, y con ellas naciones enteras, desde el momento en que el volante pasa a manos de unas mentes enredadas en una psicopatía particular, que les permite retroceder a la Edad Media a la hora de interpretar la realidad en la que viven.
Aunque narrada en primera persona por su autora, la activista Mimunt Hamido Yahia, ésta va dejando sabiamente el testigo a otras voces que nos irán a su vez contando su particular historia de terror. No nos taparan es un anecdotario de vivencias propias y ajenas que van tejiendo un intrincado tapiz de chantajes, hipocresías y vejaciones alrededor de la más pura y dura sumisión. Habla en definitiva del cambio de valores que se opera en una sociedad que pasa a ser invadida por una corriente integrista más propia del siglo XI que del XXI, y que parte de una interpretación pervertida y degradada del Corán, que por circunstancias del destino, ha ido pasando a ser mayoritaria en este siglo de extremos que nos ha tocado en suerte. Aunque lo que leemos nos parezca increíble por intolerable, su repiqueteo nos suena familiar, y es en esa familiaridad donde nos reconocemos como espectadores/as de la tragedia a la que asistimos.
Pero el libro no es un grito desesperado sin respuesta. Hay en él un estudio pormenorizado sobre el tema. Mimunt no solo ha visto lo que cuenta, sino que se ha sumergido y documentado en sus causas y consecuencias, y en ellas apunta las soluciones de las que queramos o no, todos debemos de formar parte.
Es difícil que la lectura de No nos taparán no nos sacuda, puesto que nos pone de frente a muchas contradicciones como sociedad que presume de igualdad, y nos señala ese reloj del progreso social que demasiadas fuerzas intentan hacerlo marchar hacia atrás, a menudo disfrazándolo de una tolerancia y comprensión muy sui generis, simbolizada en ese caballo de batalla que es el Velo, reivindicado como signo de independencia y liberación, cuando su propósito real pasa por invisibilizar y enterrar todo lo que le resulte incómodo, en este caso a todo un género. Hamido no deja en ningún momento de recordárnoslo, pues así es como entiende su compromiso, siempre alrededor de una negativa a ser ninguneada y ocultada. Y lo hace con el lenguaje más didáctico y sencillo posible, a menudo salpicando el camino de una ironía que desnuda cualquier pliego de excusas.
Su grito “No nos taparan” (convertido además en blog reivindicativo que conviene visitar de vez en cuando para no dejar de empaparse de la magnitud del problema) comienza desde el momento en que de niña imaginaba el año 2000, como un mundo en el que todos iríamos desnudos. 20 años después de ese futuro, ella sigue sin pelos en la lengua, y peleando por él. Y por ello podemos disfrutar de esta lectura que pasa en un suspiro, y que como todo lo trascendente, consigue penetrar bien dentro de nosotros casi sin darnos cuenta.
Y es entonces cuando descubres que lo mejor del año lo has leído en abril.
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