El pasado lunes pudimos ver en la 1ª de televisión, dentro del programa Master Chef, parte de las actividades del banco de alimentos de Madrid. A lo largo del mismo, mientras se preparaba y servía el menú a beneficiarios y voluntarios, se fueron explicando los diversos procesos seguidos por los bancos de alimentos a fin de atender a las entidades y familias con dificultades económicas.
Inmediatamente me vinieron a la memoria las actividades de BANCOSOL, el banco de alimentos de Málaga y la costa del Sol. Allá por el año 1998, un grupo de malagueños decidió poner en marcha la aventura de recoger los excedentes del mercado de mayoristas malacitano, con el fin de distribuirlo entre las entidades y ONGs que se preocupan de la alimentación de una buena parte de los malagueños. Aquellos que sufren la penuria del paro, el hambre y la falta de bienes económicos.
Aquellos héroes de los principios de Bancosol, que consiguieron establecer una cuartelada en el Mercado de Mayoristas malagueño (Mercamálaga), no se imaginaban las dimensiones que iba a adquirir este proyecto 22 años después. A día de hoy pasan por sus amplias instalaciones del polígono industrial Trevénez, cientos de miles de kilogramos de alimentos procedentes de las periódicas campañas de captación de alimentos, excedentes de producción de diversas empresas, supermercados y grandes cadenas alimenticias. Para ello también cuentan con las aportaciones de las diversas entidades gubernamentales andaluzas, españolas y europeas (FEGA y FAGA) y diversos particulares. Todo financiado por los socios, las administraciones europeas, nacionales, provinciales y locales así como de las entidades bancarias que se vuelcan en este proyecto desde su comienzo.
Puedo hablar del tema desde una situación privilegiada. Llevo vinculado a Bancosol desde hace quince años como socio, voluntario, chofer y asesor desde mi modesta capacidad como comunicador y conductor. Asimismo los considero como los principales valedoras de una ONG dedicada a la atención de niños de 0 a 24 meses que tengo el honor de presidir desde hace más de una docena de años.
Estos tiempos de pandemia han puesto a prueba la capacidad de adaptación a las dificultades de los responsables de Bancosol. Han tenido que reinventarse de alguna forma, a fin de evitar el contacto físico sin perder las posibilidades de recoger alimentos aportados por la ciudadanía malagueña que, por otra parte, una vez más ha dado la talla.
Mi buena noticia de hoy es que Bancosol sigue luchando contra el hambre y el despilfarro alimenticio. Mantiene un control exhaustivo, para evitar duplicidades o picaresca y se reinventa cada día para conseguir llevar a los malagueños, que sufren las penurias de la actual situación económica, los alimentos necesarios para ser suficientemente atendidos a través de las entidades de reparto; otro punto a tener en cuenta como digno de ser resaltado. Málaga cuenta con una rede de entidades de reparto sencillamente inmejorable.
Termino mi buena noticia de hoy destacando una frase que, humildemente, aporté a Bancosol con escaso éxito de crítica y público: “Bancosol: un banco con mucho interés, da el ciento por uno”.
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