Execrable y perversa la sociedad la que asesina a los no nacidos y manda a la muerte a los mayores.
En España se han aprobado dos leyes cada cual más más perniciosa y dañina: La ley del aborto y la de la eutanasia.
Con ellas se legaliza el crimen, la aniquilación y la supresión de la vida humana de los seres más indefensos de la sociedad. Estas no solo permiten, sino hasta legalizan el asesinato de las criaturas más indefensas, bien porque no pueden valerse por sí mismas, tal es el caso de los no nacidos, o de las que, una vez finalizada su vida productiva, ya no son rentables para la sociedad, porque viven de la pensión que cobran y originan considerables gastos de medicamentos por los alifafes y achaque inherentes a la vejez.
En el primer caso, en España la pirámide poblacional está invertida. La base la componen personas mayores de sesenta y cinco años y la cúspide la integran las escasas criaturas que llegan a nacer.
Se me da un ardite si ello ocurre en otros países, me preocupa el mío, es decir, España, porque estamos ante un problema que nuestros gobernantes no quieren solucionar y que, posiblemente, a la larga nos encontremos con un país habitado por personas que, aunque hayan nacido en España, no sean genuinamente españolas, pues sus progenitores han llagado a nuestra Patria procedentes de otros lugares.
Pienso que no soy catastrofista, sino realista porque me percato de la situación real en la que nos encontramos.
Las parejas jóvenes, y no tanto, se piensan y muchas veces deciden no tener un hijo, por la atención que necesita y el coste económico que conlleva su educación y cuidado hasta que sea mayor de edad. Se están dando casos, he visto más de uno, de matrimonios que pasean al perro en lugar de un hijo.
El culpable de que esto ocurra solo es el Estado y el partido que gobierne en cada momento por no fomentar la natalidad y ayudar suficientemente a las familias para que puedan tener hijos y los críen holgadamente. Sin embargo sí hay dinero que se despilfarra sin ton ni son en cosas superfluas o innecesarias, como tantos ministerios que solo sirven para acrecentar la nómina de los paniaguados, enchufados y buenos para nada con una cohorte de inútiles señalados a dedo para que puedan vivir a costa de nuestros impuestos. Como vulgarmente se dice “sin dar un palo al agua”.
¿Se puede solucionar el problema que nos acucia? Desde luego que sí, poniendo en práctica políticas que ayuden a las familias a tener hijos, y evitando además la insania de los abortos.
Con certeza hay muchas, posiblemente muchísimas familias españolas que desean tener un hijo y, por razones biológicas, no pueden conseguirlo, y en muchos casos recurren a adoptar niños de otros países. También hay muchas mujeres solteras que, sin desearlo, se han quedado embarazadas y el único medio que encuentran para deshacerse de la criatura que gestan es eliminarla mediante el aborto. Ahí es donde debe de intervenir el Estado antes de permitir que se cometa un crimen nefando, prestando ayuda a la gestante y, cuando la criatura vea la luz, entregarla en adopción. Parece simple y fácil ¿verdad? ¿Por qué no se hace? Es más cómodo matar que criar.
Pero hay otra cosa, posiblemente más importante. El sistema de pensiones español es lo más parecido a una estafa piramidal. Los jubilados cobran sus pensiones con las aportaciones de los que están en vida laboral que cada vez son menos por el paro que nos aplasta.
La situación de los mayores es realmente indignante. Si como se dice vivimos en estado de bienestar se lo debemos a los nacidos en los años cuarenta o cincuenta del siglo pasado. Sufrieron penurias y calamidades sin cuento. Padecieron los conocidos como años del hambre. No solo no había porque España estaba devastada, sino que las naciones más importantes del mundo, salvo Argentina, nos volvieron la espalda.
Con su esfuerzo, tesón y sacrificio lograron lo que se conoce como los años de bienestar alcanzados a mediados del siglo pasado. Sentaron las bases y consiguieron una prosperidad nunca hasta entonces conocida, y ahora se les deshecha como cosas inservibles y, peor aún, se las quiere aniquilar con la malhadada ley de la eutanasia. Ya les hemos sacado todo el jugo que nos podían proporciones y, como un limón exprimido, van al cubo de los desperdicios, es decir, los eutanasiamos.
¿Por qué? Porque cuestan más los cuidados paliativos que eliminar a un ser humano. Se han realizado estudios de los cuidados paliativos en 51 países, pues bien, España ocupa el lugar trigésimo primero de ellos. Vergüenza ¿verdad?
Vergüenza para quien la tenga, no para nuestros gobernantes.
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