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El Papa Francisco se fue rodeado de las tres personas de las que siempre fue mensajero: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Hoy, todos, miramos al cielo y la duda, que siempre acompaña al hombre, suaviza las críticas y realza las cosas buenas.
De esto que sabíamos que el ocio toledano estaba cerca de todo, cerca de las provincias de Madrid, de la de Cuenca, de Guadalajara, de Ávila, de Cáceres y de Ciudad Real, al menos. Es decir, cerca de todo al ubicarse en el centro del país y a salto de mata de cualquier espacio.
¿Por qué y para qué lloran y rezan por el alma del papa Francisco aquellas personas fieles que siguen al pie de de la letra el dogma cristiano de su infalibilidad? Si el papa es infalible, ya tiene ganada la gracia eterna de su jerarca divino, por tanto debiera ser motivo de alegría su muerte terrenal. El juicio final será para él un mero trámite de confirmación de su excelencia individual.
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