Por lo visto, para quienes nos están gobernando, el avanzar hacia la normalidad consiste en ir dando pasos de ciego en su política errática, avanzar en sus intentos de convertir al reino de España en una república filocomunista y dando entrada en nuestra sociedad de modos nuevos, prácticas antinaturales y caprichos de algunas de nuestras ministras que se han creído que las eligieron para infringir las leyes naturales, darle portante a la moral tradicional y emular a la creadora del doctor Frankestein, la sufragista Mary Wollstonecraft Godwin ( Mary Shelley) en cuanto a su disposición a crear seres distintos, transformados y, perturbando de esta manera el orden natural de las cosas, en un intento de actuar de perfeccionista, modeladora y crítica con lo que, hasta el presente, se consideraba como obra del Creador para los creyentes y de la evolución natural de las especies y sus formas reproductoras para los científicos y seguidores del gran naturalista y defensor del evolucionismos, Charles Darwin.
La reciente Ley presentada para su estudio, debate y aprobación en el Parlamento de la nación, fruto de la mente calenturienta y, al parecer, trastornada de esta ministra de igualdad ( si hay algo que menos existe en este mundo es, precisamente, la igualdad y si pretendemos encontrarla entre los mismos especímenes de la especie humana, por supuesto que resulta cada vez más raro que exista una identidad clónica, en físico, carácter, inteligencia, capacidad de trabajo, comportamiento, creencias, sentimientos y así podríamos ir enumerando indefinidamente la serie de elementos desiguales que se dan en cada sujeto de la especie humana), la señora Irene Montero, que parece que cuando su compañero ha abandonado la política activa, sigue empeñada en demostrar, que ella, por si sola, es capaz de cometer, con más solvencia y pericia que él, las mismas o, incluso, mejoradas sandeces, de las que tanto alardeaba el señor Pablo Iglesias.
Cuando nos preguntábamos si en el gobierno de Pedro Sánchez podríamos encontrar alguno de sus componente capaz de emular a la señora Isabel Celaá, en cuanto a atreverse a desafiar a los anteriores legisladores al confeccionar una ley educativa sin consultar con nadie, con la oposición de la gran mayoría de los docentes y con un contenido tan carente de solvencia educativa como de sensatez, con la particularidad de cargarse el esfuerzo, el tesón, el interés y el afán de superación de los educandos al facilitar que los más torpes, los menos dotados, los vagos, los alborotadores etc. tengan la oportunidad de sacarse un título universitario o preuniversitario permitiendo pasar curso a alumnos que tengan suspendidas varias asignaturas.
Si ya estábamos a la cola en cuanto ala enseñanza europea, como se deduce de los rankings respecto a los resultados de los estudios de nuestros jóvenes y, por añadidura, ser la primera en toda Europa en lo referente al abandono escolar (20’2%), ya no digamos el lugar que nos vamos a labrar cuando empiecen a darse licenciaturas a señores que no tengan una base sólida que les permita ejercer su profesión sin estar debidamente preparados.
La nueva Ley de género carece de cualquier propósito de actuar con un mínimo de sensatez, cuando permite que un joven de 14 años pueda utilizar su derecho a decidir, con el apoyo del padre y la necesidad de reafirmarse en su decisión pasados tres meses para que se le practique una operación de cambio de sexo. A un señor que no tiene capacidad, según la Ley electoral, para poder votar; no tiene responsabilidad penal, precisamente por su falta de madurez y no puede aún comprar tabaco ni alcohol, ni entrar en discotecas (de no ser las sesiones «light») o ciertos conciertos, ni apostar, ni conducir un coche, ni ponerse un «piercing» sin el permiso de sus padres y tampoco casarse ni tener relaciones sexuales y, vean la contradicción manifiesta de la nueva ley y sus cambios, tampoco podía tomar decisiones médicas; a estos niños, no adultos, se les va a permitir que se operen a una edad en la que todavía no se ha madurado para tomar la mayoría de decisiones.
Pero cuando se autoriza por Ley que una persona, ya no hablemos de un niño de 14 años, se preste a mutilarse quirúrgicamente, que es lo que se hace cuando se produce un cambio de sexo, aunque tenga 16 años, si no se le permiten otras decisiones de menor calado precisamente por su falta de madurez, no podemos entender como un Gobierno que se supone que tiene a personas lo suficientemente sensatas para comprender algo tan simple, permita que, en su seno, una maniática de las libertades, entendiendo por tales cualesquiera decisión por muy absurda, antinatural, peligrosa para su salud y que comporta un cambio tan transcendental como es el renunciar a su sexo para cambiarlo por otro, algo que, seguramente, en la mayoría de los casos es irrevocable pueda decidirlo un menor de 14 años, que puede que en un tiempo, cuando haya madurado completamente, puede que lo lamente cuando ya sea imposible cambiarlo de nuevo o el peligro de una nueva operación de este tipo pudiera hacer que fuera irrealizable la reversión.
Y es que estamos hablando de lo que se podría calificar como de sexo “a la carta”. ¿Se han considerado debidamente y se han analizado concienzudamente las consecuencias médicas, civiles, de tipo administrativo, las derivaciones familiares y los conflictos de intereses que pudieran comportar estos cambios de género, en un mundo en el que la estabilidad de las parejas, cada vez es menor, donde la permisividad en cuanto a las uniones sexuales se hace más evidente y en el que, incluso desde el punto de vista delictivo, esta facultad pude poner en peligro la captura de delincuentes por la facilidad que se les pueda dar de esconderse de la justicia simplemente apelando a un trasplante de sexo.
Pero hay algo que, seguramente, se podría considerar lo más preocupante de todo este proceso desencadenado por la comunista Montero y apoyado por el Gobierno ( parece que existen discrepancia entre algunos ministros pero, como siempre sucede, quien tiene aquí la última palabra es el señor Sánchez que parece dispuesto, cueste lo que cueste, acabar con todo lo que comprendía la moral y las costumbres tradicionales, para desembarazar a España de cualquier creencia religiosa o tope moral para, de esta manera, conseguir establecer un Estado similar al que existe en Venezuela o en Nicaragua, donde las leyes que habían venido rigiendo durante siglos han sido abolidas, para sustituirlas por nuevas normativas tendentes a convertir a la ciudadanía en rehenes del Estado, de modo que sus libertades, sus haciendas, sus ideas políticas y sus sentimientos religiosos queden todos controlados desde el poder dictatorial de un gobierno filocomunista, sin trabas y sin organismo capaces de poner freno a sus intentos de convertir a España en una serie de pequeñas naciones, sujetas, en lo político y en lo económico, a la autoridad suprema del dictador de turno que, como es evidente que pretende, va a suprimir cualquier tipo de votación democrática para instalarse, permanentemente, en el poder.
Todo ello, como estamos teniendo ocasión de comprobar, si nos fijamos en la prensa panfletaria con los artículos y noticias trucadas con las que están bombardeando a la ciudadanía todos los periódicos afines al gobierno y, de entre ellos, uno de los que más tinta está empleando en apoyar la causa separatista y en criticar a la Justicia española y a quienes constitucionalmente tienen la misión de implantarla, es sin duda La Vanguardia, de manera que con su demonización, con sus críticas, con el apoyo sin límite a todos aquellos delincuentes a los que el Gobierno les ha permitido salir indultados de las cárceles en las que cumplían sus condenas, antes, incluso, de que hubieran transcurrido los plazos mínimos para que tuvieran derecho a los beneficios carcelarios.
Si se toman la molestia de hojear los últimos números del diario de los Godó, podrá constatar el número de páginas con las que se critica al Tribunal de Cuentas y al PP por oponerse a los indultos y, más recientemente, por querer acusar al Tribunal de Cuentas de prevaricación alegando que algunos de sus componentes fueron nombrados por el PP, dentro de sus atribuciones, lo que para estos mordaces críticos equivale a acusarlos a todos de prevaricadores ¿Y qué pasa con los que fueron nombrados por las izquierdas? Seguramente para estos fanáticos indocumentados, todos ellos serían ángeles querubines, incapaces de perjudicar a un inocente y dispuestos a perdonar a los culpables.
Y un comentario sobre los recientes exámenes de Selectividad para acceder a la Universidad. ¿De verdad nos vamos a creer que, en un país que tiene unas leyes que permiten que se pase de curso con suspensos, es posible que el 97’2% de los alumnos que se presentaron a examen hayan aprobado con un promedio de nota de 6 puntos?, y todo ello en un año en el que, con motivo del Covid 19, se han dejado de impartir clases, otras no han sido presenciales y difícilmente controlables, se han producido huelgas estudiantiles y muchos de los alumnos han tenido ocasión de presentarse al examen a causa de que se les ha permitido pasar curso con suspensos lo que, como es evidente, no es una buena garantía para lo que es el nivel de sus conocimientos.
La conclusión a la que es fácil llegar es la de que, quienes han preparado los exámenes y los responsables de las preguntas que se han formulado, no han querido apretar y se han limitado a hacer unas pruebas de aliño para que la mayoría de estudiantes haya pasado pensando, seguramente, que las universidades van a tener que aumentar sus exigencias para evitar que los licenciados incapaces empiecen a proliferar.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como nuestra nación va entrando en una fase de degradación de sus instituciones desde todos los puntos de vista, como es la enseñanza y los aspectos morales y éticos que, al parecer, han dejado de ser una condición sine qua non, para pasar a convertirse en algo parecido a las asignaturas “marias” que han formado parte de muchas carreras, en años pasados.
Y hoy, una de las frases más acertadas del gran Napoleón: “Si deseas ser un éxito en el mundo, promételo todo, y no entregues nada.”¿Les trae a Vds. a la memoria, a alguna persona de nuestro país a la que se le podría atribuir esta frase con todo merecimiento?
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