Va a ser cierto que el país funciona cuando los políticos se toman vacaciones. Ahí tienen la bolsa: ha recuperado más que en las últimas semanas; ha sido marcharse de vacaciones los ‘matrias del patrio’ (antes ‘padres de la patria’) y empezar a subir. Algunos lo achacan también a la presunta moderación del nuevo Gobierno que ha formado el ‘Doctor Cum Fraude’ y otros a que Nadia Calviño ha terminado con aprovechamiento los cursillos destinados a poner orden en el Ejecutivo. Debe ser que, en esto de la política, cada cual tiene su criterio como cada español su selección nacional de fútbol.
Compruebo que Pedro Sánchez intenta hacer cosas, aunque todo le salta por los aires porque su equipo de asesores ha demostrado ser como una carabina trucada de feria. No hay más que echar un vistazo a los medios y comprobarán que saltan gazapos cada día. Recuerden lo sucedido en la Plaza Mayor charra hace apenas una docena de días o en el pueblo salmantino donde desplazaron a Sánchez para recibir el ‘besamanos’; un acto de cortesía que a Pedro se le volvió lanza. Conociendo la forma de ser del presidente, y su narcisismo descontrolado, cualquier día entra el Consejo de ministros bajo palio. Y digo en el citado Consejo porque en la calle es otro cantar: ahí lo crucifican a diario y recibe linchamiento dialéctico por burro, mentiroso, plagiador, traidor, aprovechado, enfermizo del sillón, dictadorzuelo y cutre embajador exterior.
Con toda la artillería que Sánchez aporta a Pablo Casado, éste no sabe reaccionar ni jugar sus cartas. Anda más perdido que las gallinas de Cafarnaúm, que aprendieron a nadar para fornicar con los patos. Confieso que lo tengo por mal político, además de por contradictorio, pero es una persona educada. Por eso juega mal las cartas, retuerce la baraja y no planta cara al Ejecutivo como debería hacerlo que es, precisamente, como lo hace Macarena Olona y como lo gestionaba Cayetana Álvarez de Toledo. En la actualidad, con Cuca y Teo se le está resquebrajando el edificio al Partido Popular.
La sangría de bajas de afiliación en los últimos meses no es por casualidad. Al parecer, según confirman mis fuentes, es lo contrario de lo que sucede en la formación del señor Abascal. Pablo Casado está obligado a encender el polvorín que ya es el Gobierno nacional. No debe tener miedo a que salte cuanto antes por los aires porque depende de aprovechados, envidiosos autonomistas, descentrados regionalistas, confusos provincianos, ‘zorros’ proetarras, descendientes del terrorismo de ‘Terra Liure’… Me viene a pelo aquel remedo de la expresión del conde de Romanones: “¡Joder, qué tropa!”.
La demostrada torpeza de Pablo Casado es lo que ha hecho que nunca haya llevado la iniciativa: unas veces le han ganado la partida desde la izquierda del dolor de muelas o la que no dejaba dormir a Sánchez y otras ha ido a rebufo de la formación de Santiago Abascal. Pero eso no fue así en los meses en que Cayetana ridiculizaba al Ejecutivo, ponía contra el espejo a Sánchez, se ‘apedreaban’ dialécticamente entre marquesa real y ‘marqués’ bautizado con aguas de albañal, además retrataba a Marlasca, como dueño y señor de los ‘fakes’ durante la pandemia.
El señor Casado no acaba de coger el tranquillo para hacer oposición seria, como no encuentra camino para situarse en el centro del escenario político; sabe que un presunto Gobierno suyo dependerá de Abascal. Una de las cuestiones que puede salvar a Casado es que Macarena Olona se marche a Andalucía como candidata a la presidencia. Macarena es oro molido y sin ella su formación pierde fuelle, incluso no será fácil hacer desfilar al ministro del Interior. Es excesiva la información que maneja la cabeza privilegiada de la abogada del Estado.
Al falso líder del Partido Popular lo veo demasiado buena persona para plantar cara al ‘ratero’ socialismo y al ‘navajero’ comunismo. No puede ir a pecho descubierto para enfrentarse a ‘ratones de sacristía’, con las infecciones políticas que ellos aportan. Si ha subido en las encuestas ha sido por varios factores coincidentes en el tiempo: hundimiento del traidor y desesperado partido de Arrimadas; decepción de miles de ciudadanos con la nefasta gestión socialista y las vetustas propuestas comunistas; destrozo, ineficacia e insuficiencia del escudo social; mediocre gestión de Sánchez y su equipo con la pandemia, utilizando como señuelo a las residencia de ancianos con clara negligencia y ocultamiento de miles de fallecidos, según el Tribunal; ascenso de Díaz Ayuso, Feijoó, Mañueco y Moreno con sus políticas sensatas y pensadas para beneficiar a la ciudadanía, a la vez que se extinguían miles de chiringuitos de ‘chupa-chupa’ que el socialismo había ‘instituido’. Para hacer política seria y rigurosa, a Pablo Casado le faltan dos ‘tiros de tiradera’, que en mi tierra equivalen a dos hervores. Son tantas las meteduras de pata del Ejecutivo de Pedro ‘El mentiroso’ que desbordan a cualquiera. Dudo que Casado durmiera tranquilo sabiendo que Santi Abascal era su valedor para acceder a la presidencia del Gobierno.
Si bien piensa el falso líder de la conocida como “derechita cobarde” que el modelo gallego, el madrileño, el de Castilla y León y el andaluz “es el que acabará pasando a nivel nacional”, lo cierto es que si deja de chupar el atractivo y enganche de Martínez-Almeida, Díaz Ayuso o Feijoó acabará como Inés Arrimada. Y, por si acaso, que siempre mire de reojo a Santiago Abascal o ponga el Partido Popular en su órbita nacional, que no nacionalista.
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