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Hábitos aciagos

​Con los mismos comportamientos reiterados, los resultados serán todavía peores
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 20 de agosto de 2021, 12:09 h (CET)

La orientación se adquiere por la experiencia atenta, bien por las percepciones propias, bien por las descripciones de otras personas. Siempre surgen aquellos ajustados a las condiciones del momento, lugar y personas afectadas. En esto de los GUÍAS y de los guiados, el muestreo de los ejemplos es de una amplitud inusitada, entre otras cosas, porque las circunstancias son cambiantes para unos protagonistas entre los cuales no hay dos iguales. Si serán fundadas las atribuciones. Si serán inevitables los comportamientos. En la práctica emergen con profusión quienes tratan de conducir al resto de ingenuos sin excesivos miramientos y con pretensiones tendenciosas.


Aún sin contar con los abusos actuales, es muy antiguo el desliz de dirigir y dejarse dirigir sin parar mientes en el cultivo de las cualidades pertinentes. La crudeza BÍBLICA ya mencionaba estas cuestiones. Cuando un ciego conduce a otro ciego, ambos caen en el hoyo (Mateo 15,14. ¿No caeran ambos en un precipicio? (Lucas, 6, 39). En los aires de ahora adaptaría la frase, dónde iremos a parar si los ineptos empoderados conducen a una recua de ingenuos, a su vez complacidos en esos funcionamientos. Es preciso tocar gran cantidad de teclas para acercarnos al conocimiento de lo conveniente, para detectar buenos líderes, para conseguir ciudadanos capaces de discernir, combatir o colaborar con fundamento.


Muchos artistas se hicieron eco de la mala ventura de estos comportamientos. Cito a uno de los más populares, Pieter Brueghel, con “La parábola de los ciegos”. En su pintura nos sitúa ante un panorama sobrecogedor. Eso sí, con el contrapunto natural y tranquilo de la campiña con la iglesia al fondo y un pequeño río. La tragedia se masca al observar la hilera de ciegos entrelazados; el primero ya cae en el río y los restantes van en ese camino. Se vislumbra una causa diferente de la ceguera de cada uno (Congénita, trauma, glaucoma); pero unidos en ese seguimiento macabro basado en la falta de visión. Queda plasmada la NECEDAD de las actitudes, sobrepasando las carencias empeoran la realidad.


En estos asuntos, los ambientes reflejan una terquedad inquietante. En los repasos de la historia, la observación de los comportamientos en el presente y en el atisbo de los augurios de cara al futuro; eso del rutinario arrastre de muchas personas por caminos poco recomendables detrás de algunos mequetrefes, acaba siendo muy habitual. No parece deberse a la ignorancia, los pormenores del entorno son patentes. Estamos expuestos a múltiples fenómenos de este estilo. En vista de la incomodidad de los avatares cotidianos, diríamos que se propaga un NEGACIONISMO de la propia personalidad como ente pensante. Ni valoraciones ni esfuerzos serán necesarios tras la elección del seguidismo mostrenco con las ideas apagadas.


La duda nos acecha inclemente por cualquier sector del conocimiento, eso de la certeza suena a un artificio coloquial. Como uno no llega a todos los saberes, ha de apoyarse en quienes los detentan, pero como detectar a estos es otra dificultad preocupante. Estamos sometidos a ese grado de incertidumbre, nos envuelve sobre todo cuando brotan como expertos guías las personas sin los requerimientos necesarios. En todo el transcurso de la PANDEMIA hemos experimentado con ese desliz petulante. Entre otras cuestiones, porque ante un hecho novedoso, nunca estudiado, era imposible la existencia de tal cantidad de gente capaz de decisiones rotundas sobre las incógnitas del momento.


Ya de por sí, las inquietudes emergentes en cada sujeto muestran condicionantes singulares, con frecuencia sin ser detectadas por el propio protagonista. Al asociar a diferentes personas, por sumación, crecen hasta el infinito las dificultades para la consecución de ensamblajes aceptables. Cuando tropezamos con la limitación de libertades, crecen los problemas para asumir las influencias venidas de fuera. También a la inversa es notoria la dificultad para la sintonía con respecto a los interiores privados. Los guías de cualquier libertad o comportamiento requieren de un esforzado ESMERO que siempre resultará inacabado. Si faltan esos cuidados se ridiculiza la escenificación promovida.


Las maniobras demagógicas se saben las triquiñuelas adecuadas para desinformar primero y manejar después a grandes masas de población. Los argumentos se van aparcando en reductos poco visitados, acaban siendo suplantados por las consignas escuetas de tinte emotivo o simplemente sensacionalistas. De tal modo, se crean situaciones asombrosas, ESCANDALOSAS del peor cuño, en las cuales unas personas hablan y deciden en nombre de todo un pueblo, o bien respecto de cualquier otra agrupación. Invierten la trayectoria natural de sumar participaciones para alcanzar la representación; manipulan desde su prepotencia, tergiversando lo que haga falta alejándose de las razones.


No hay sector que se libre, ocurre con el arte, la educación, sindicatos o religiones; el plural concentrándose en determinadas figuras, deja paso a singular con artimañas para domeñar al conjunto. Tanto los presuntuosos empoderados en cada caso como los ingenuos indolentes, dejan en entredicho al mismo concepto de guía ORIENTADOR. Queda postergado aquello del fascinante conocimiento progresivo para la mejora de las situaciones, con el debido respeto a los individuos con diferente modo de pensar, con otras decisiones en la cabeza. La pirámide se empieza a construir desde arriba, con el desprecio bien patente hacia los discordantes, en una clara mentalización regresiva.


Nos vemos obligados a darle su importancia a estos comportamientos aciagos, porque son antinaturales. Prescinden del núcleo de la persona como entidad con pensamiento y querencias intransferibles. Una cosa es la búsqueda de concordancias para llevar a cabo una colaboración gratificante. Muy distinto y nefasto es el intento uniformista a costa del aplastamiento de cualquier núcleo particular. Además, detrás de estos seguidismos infundados se deja un deprimente reguero de ramas TRUNCADAS, sin haber llegado a funcionar por su cuenta. A las secuelas perniciosas se les dedicará un silencio cómplice, los causantes de las mismas se diluyeron, sin atisbo de ninguna corrección.


Es evidente la enorme cantidad de precipicios en el horizonte, malos tratos (Entre escolares, familias…), drogas, violencias, enfermedades, desafueros de los gobernantes, proyección degradante televisiva, anonimatos en las redes. Constituyen un extraño ABISMO de tendencias perniciosas, abusivas, en el curso de un entretenimiento frívolo. Acabar en esos fondos, sólo por dejarse llevar, es difícil de asumir para un sujeto pensante.


No es suficiente con el escepticismo fértil de dudar de las cualidades absolutistas de los pretendidos guías. A la frustración cabe oponerle una respuesta enérgica y CREATIVA, tanto en los aspectos formativos, como en la resolución práctica de actuaciones en el marco social, en consonancia con una sana participación de las personas. No se entiende la comunidad sin comuneros.

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