¿Tendrá este mundo arreglo o habrá que esperar al juicio final? ¿De qué escribir sino de Afganistán? Los sucesos del aeropuerto de Kabul, repetidos en todas las cadenas de televisión a todas horas han venido a sumarse a nuestra pandemia, la situación económica, la escasa actuación de nuestros gobernantes, la excesiva respuesta de Estados Unidos y la más que discreta de la Unión Europea.
La venganza que anuncia Biden y las armas que portan los talibanes no anuncian nada bueno y como siempre serán los pobres y sus niños los que pagarán con sus vidas esta locura. Desde que cayeron las torres gemelas en Nueva York han pasado quizás veinte años en los que poco se ha avanzado para encontrar un camino de pacificación y diálogo.
La sharía está cada vez más presente y amenazante en el mundo entero mientras que nos dedicamos a inventar nuevos derechos de “entrepierna”. Así nos va a occidente cada vez con menos niños y más perros, mientras se va alzando sin prisa ni freno el imperio mundial de China. Los que andan propalando la llegada del Nuevo Orden Mundial, el calentamiento del planeta y una agenda para el 2030 o 2050 que no sabemos si va a solucionar nuestros problemas o agravarlos, seguro que agravarlos me temo.
El movimiento de pueblos que llamamos inmigración es imparable, como lo fue en los tiempos del imperio romano, pero con la diferencia de que aquellos bárbaros aceptaron pronto las leyes de Roma y aquí me temo que habrá que terminar aceptando el Corán, el burka, las barbas y el turbante pues no tenemos más que algunas ideas desvalorizadas de democracia o igualdad. Las ideas que levantaron Europa estaban estrechamente unidas a unos valores religiosos que cambiamos por los idearios de Voltaire, de Schopenhauer, de la revolución francesa, el comunismo, el nazismo y el feroz capitalismo que sigue vigente.
A lo largo de mi ya larga vida pensé que todo iba a mejor, pero acabadas las guerras europeas y la del Japón, pronto llegaron las de Vietnam, el avispero del Sureste asiático, los extraños procesos descolonizadores que no hicieron crecer a los territorios sometidos. Por mucho que admiremos a Gandhi habremos de reconocer que ni la India ni el Pakistán hayan dejado de ser pobres y subdesarrollados. Mao, del que se hablaba muy mal cuando gobernaba, ha dado paso a una China próspera que sigue siendo, al parecer, marxista. ¿?
Imagino que en lo poco que me queda de vida veré mas desgracias o grandezas. Las personas que rigen los destinos del mundo no son de fiar, ya se titulen de derechas o de izquierdas. ¿Dónde estará el centro? Quizás sea solo una idea geométrica.
No sé lo que pensarán de nosotros nuestros hijos, pero es seguro que no mereceremos ningún reconocimiento ni alabanza, aunque siempre hay personas que dan su vida por amor, por la patria, por el prójimo. Esos serán los que salven el mundo en su hora postrera, en la hora en que resuenen las trompetas del Apocalipsis que profetizó San Juan.
Un viejo compañero que murió hace muchos años decía: “el que nace pobre y feo y se casa y no es querido y su muere y va al infierno: vaya juerga que ha corrido” ¿Habrá muchos en estas circunstancias?
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