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Pulgarcito y los siete enanitos. La vuelta a la realidad

La regla principal, hoy siglo XXI, es “el factor económico”: pobre, rico y ejecutivo (pobre arrastrado peldaño a peldaño)
Ángel Alonso Pachón
miércoles, 1 de septiembre de 2021, 10:36 h (CET)

Al hombre, obrero por naturaleza, le enseñaron a soñar con paraísos. El hombre, criticón del “sistema de castas” como forma de tabulación según factores hereditarios o de nacimiento, ha copiado el sistema según organigramas más actualizados: la formación, la economía, la ética, el trabajo. Presumimos de “avanzados”, cuando, simplemente, somos copiones de todo aquello que criticamos pero que, con una adaptación disfrazada, utilizamos.


La regla principal, hoy siglo XXI, es “el factor económico”: pobre, rico y ejecutivo (pobre arrastrado peldaño a peldaño). Le sigue en importancia el sentimiento de “docilidad dependiente”: sirviente acomodado con aspiraciones sencillas, sobrevivir y los otros que ofrecen su trabajo respetando sus principios, libertad y desarrollo.


En resumen, hoy, el “sistema de castas” ha evolucionado a más discriminación y clasismo. La sociedad no será más justa por repartir “rentas básicas”; lo será cuando, sentados alrededor de una mesa, no exista “el señor”, ni “el sirviente”, ni “el invitado” y sí Pedro, Santiago, Luis, Antonio… (personas).


La sociedad, dicen más avanzada, ha creado una “casta de aspiradores”: quieren llegar, sin escalera, a lo más alto, quieren subir en ascensor para llegar antes que otros, quieren contemplar la vida del paraíso sin suficientes medios y para ello se endeudan, se ahogan… Esa casta, con esas ilusiones, destaca por su soberbia, de rico pobre, por su envidia e impotencia, por sur “desincronización” con su realidad social…


Llegados al monte donde contemplar el horizonte prometido, la asfixia no deja respirar, el cansancio de la subida desequilibra, la soledad de la cumbre produce depresión… y el BAJAR se convierte en un laberinto: “El YO es el YO”, el TÜ es el TÜ”, el “ËL es el ËL”… los NIF son intransferibles… El laberinto para bajar no tiene guía…


Esos hombres, “aspiradores de”, se olvidaron de su casa, de su hogar, de su jardín, de su plaza, de sus amigos… Se olvidaron de “RECORDAR”, diariamente, que se llamaban Pedro, Santiago, Luis, Antonio…


Desorientados, llegaron a su redil. No supieron o no pudieron contar “sus maravillas”. La realidad de las nóminas, la realidad de las subvenciones intoxicadas, el coste de la bebida, de la luz, de la tele, de los seguros…NO LES DEJABA SOÑAR… ESTABAN PERDIDOS…


Se descolocaron sin saber, por desgracia, que el mundo no ha cambiado tanto: Siguen existiendo los “señores”, los “sirvientes”, los “esclavos” y los “rastreadores humillados”…

La impotencia, les hundió moralmente… Todos los días recordaban el cuento de “PULGARCITO Y LOS SIETE ENANITOS”: “Hay que SEÑALIZAR el camino y jamás OLVIDAR la REALIDAD desde la que cada uno HA COMENZADO a caminar”.

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