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En España, los “nuevos pobres” son un grupo cada vez más creciente de personas que, a pesar de tener empleo, no pueden acceder a una vivienda digna, debido a los bajos salarios y los altos precios de las viviendas, tanto para alquilar como para comprar.
La confederación de organizaciones no gubernamentales Oxfam Internacional acaba de publicar otro informe demoledor sobre la concentración de la riqueza en el mundo que, además, pone de relieve la injusticia que lleva consigo y el profundo egoísmo de los sujetos más ricos del planeta.
La pobreza es un desafío global que afecta a millones de personas en todo el mundo, las consecuencias pueden ser muchas, entre las que están, la falta de acceso a la atención médica adecuada, lo que puede llevarlos a enfermedades crónicas y menor esperanza de vida.
España está catalogada como un país rico, donde existe de forma generalizada la pobreza, un problema que se ha cronificado y que sitúa a España como el cuarto con más desigualdad de Europa. No todas las comunidades tienen el mismo patrón, se podría citar por ejemplo a Canarias, Castilla-La Mancha, Andalucía y donde se encuentra también Asturias, que bien parece la olvidada por nuestro Gobierno central en algunas materias.
Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) continúan afectando de manera desproporcionada a los miembros más pobres de la comunidad mundial, hasta 1600 millones de personas, recordó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas enfermedades “son ´desatendidas´ porque están casi totalmente ausentes de los planes de acciones globales de salud”.
La organización Oxfam informó esta semana que los diez hombres más ricos del mundo duplicaron su riqueza durante la pandemia —de 700 mil millones a 1,5 billones de dólares—, mientras que los ingresos del 99% de la población mundial disminuyeron. La organización declaró al respecto: “Las crecientes desigualdades económicas, de género y raciales, así como la inequidad que existe entre países, están destrozando nuestro mundo”.
Un estudio de investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), el Instituto IMDEA Networks y Orange Innovation concluye que en los barrios pobres se suelen utilizar más las redes sociales que en los ricos, mientras que en estos últimos se tiende a consumir más información en medios de comunicación tradicionales ‘on-line’.
Las categorías sociales las generaron personas ofuscadas por sentimientos de superioridad. Personas con buenas viandas, buena vestimenta, buena cortesía, buenos trabajos y mucha diplomacia. Personas que no conocían los pucheros, la ropa colgada en la ventana, la mano sucia extendida, el pico, la pala, la mecánica… y los acuerdos sin firma.
La España arruinada, como novia mentirosa, recorre el mundo disfrazada de cruzada templaria. Sus huestes, banderas en ristre y armamento quijotesco, se afanan en predicar el buenísmo de los que luego, “dicen”, les darán de comer. Pólvora mojada, triunfalismo medieval, sumisión de "ejecutivo barato".
La sociedad, dicen más avanzada, ha creado una “casta de aspiradores”: quieren llegar, sin escalera, a lo más alto, quieren subir en ascensor para llegar antes que otros, quieren contemplar la vida del paraíso sin suficientes medios y para ello se endeudan, se ahogan… Esa casta, con esas ilusiones, destaca por su soberbia, de rico pobre.
¿Están locos sus señorías? Deben estarlo si no han sido capaces de ponerse de acuerdo para encontrar una fórmula que hiciera posible la aprobación del dictamen sobre “políticas sociales” elaborado por la Comisión para la Reconstrucción, tan vapuleada durante su andadura.
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