En la entrevista que pudimos oír la pasada semana, a requerimiento del maestro Herrera, el Papa Francisco abordó con naturalidad y sencillez cuantas preguntas le fueron formuladas sobre el papado, su salud, su “jubilación”, la implicación de la Iglesia en la pederastia, las finanzas del Vaticano, etc., etc.
Me impactó especialmente su confesión de sentirse pecador (ya somos dos en esta mesa, replicó con prontitud Carlos Herrera), así como su firme promesa de no ver televisión debido a sus contenidos, (cosa que me gustaría imitar por lo menos un poco).
El entrevistador quería arrimar el ascua a su sardina cofradiera y sevillana. El Papa le hizo un regate, propio de su paisano Messi, indicándole que hacía más falta su presencia en el tercer mundo que en Europa, a donde solo asistía a visitas puntuales a una población. (Parece que tiene intención de venir a Santiago de Compostela).
Para mí, el reflejo de la personalidad de Francisco quedó patente al inicio de la entrevista. –Pongámonos cómodos e iniciemos la entrevista con una oración. Y seguidamente compartieron un Ave María. No se puede ser más sencillo. Una vez más huyo de la parafernalia y los grandes tratamientos en la oración. El saludo del Ángel y la aclamación de los creyentes. Ruega por nosotros.
Estamos acostumbrados a recibir con cierta frecuencia cartas encíclicas, exhortaciones, bulas, constituciones y diversos tipos de documentos pontificios. La mayoría son densos y cuesta un poco de trabajo el aplicarlos a la vida diaria. Este fue un ejemplo de oración sencilla que nace del corazón.
Esa hora larga de entrevista nos llenó a los creyentes de esperanza y de cercanía con un argentino que lleva la representación de Jesús en la tierra. Una puesta al día de la Buena Noticia en forma de oración.
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