Este dicho nos ha acompañado a los españoles desde chiquititos. Con él nos querían incrustar nuestros mayores que actuásemos siempre según viésemos como lo hacían los que se encontraban en nuestro entorno. Que nunca nos destacásemos ni nos señalásemos por nada, que nos acoplásemos y procediésemos según hacían los demás.
Era una admonición para que pasásemos desapercibidos y no llamásemos la atención de forma que fuésemos uno más del grupo que nos rodeaba y al que pertenecíamos. No digo que esta sea la forma general del sentimiento occidental, pero sí puedo afirmar que es la que siempre, desde que era niño, ha regido en España. El cristianismo jamás ha pretendido imponerse a sangre y fuego, ni por la espada. Desde los primeros momentos de la predicación de Jesucristo ha sido una religión de paz. Sus legados han sido: “la paz os dejo, mi paz os doy”, “amaos los unos a los otros, como yo os he amado”, y bien que nos amó que murió en la Cruz para salvar a la Humanidad. No pretendo dar una clase de teología, sino solo exponer hechos verdaderos y verificables. Los cristianos nunca han pretendido imponerse por las armas ni por la violencia como se ha expendido el islamismo desde el primer momento de su nacimiento. Me consta que, por lo que digo me puedan dar de bofetadas hasta debajo del paladar, pero es una verdad incontrovertible e irrefutable. En el Cristianismo se han dado luchas religiosas, pero no para imponer la fe de Cristo. Las Cruzadas ciertamente fueron guerras pero no para imponer la fe cristiana, sino para recuperar los Santos lugares de los que se habían apoderado los musulmanes. En el siglo XVI también se dieron luchas religiosas pero fueron ocasionadas por la Reforma luterana a la que se opuso la Contrarreforma católica acaudillada por Carlos V, como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Jamás el Cristianismo ha pretendido imponerse por el fanatismo. ¡Qué lejos está el: “Bienaventurados cuando seáis perseguidos por mi nombre”, o “guarda tu espada2, como le dijo a Pedro en el Monte de los Olivos, del “cree o muere” de Mahoma. El Islam, desde su comienzo nunca ha sido una religión de paz. Ya en sus inicios, antes siquiera de haber tomado forma, la lucha entre Medina y La Meca fue encarnizada. Mahoma se vio obligado a huir porque sus enemigos procuraban su muerte. La moderación no cabe dentro del Islam, un musulmán y un islam moderados no tienen cabida dentro de esta religión. A pesar de que quieran presentarla como una religión de paz, es una creencia de violencia. Enseña cómo pegar a la mujer, de tal manera que los textos coránicos permiten el castigo físico para la mujer, como defienden los autores más seguidos del Islam, como el egipcio Yusef Al-Qaradawi, el bahreiní Aal Mahmud, y el saudí Al-Uthaimin, que aconsejan golpear a la esposa con la mano, y nunca en el rostro para que no se noten las señales del castigo. Eso sí siempre que no quede algún hueso roto. La mujer vale la mitad que el hombre. Conozco un caso muy cercano de una musulmana que, al fallecimiento de su padre, le correspondió la mitad de la herencia que le dieron a su hermano. El testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre. Para testificar ante un juez, si se trata de mujeres han de presentarse dos, uno si es un hombre. Esto es religión de paz y de igualdad, según ellos. Otro, precepto de los musulmanes es el de extender el islamismo aunque sea a la fuerza (el cree o muere) y por ello e intentan imponer sus costumbres en los países a los que emigran. Se están dando casos de padres que exigen a los directores en los que estudian sus hijos y hay comedor que están exigiendo que no pongan de comida carne de cerdo ni de sus derivados. Gravan con sus costumbres a los países a donde llegan, y son tan prepotentes que quieren que las aceptemos sin que ellos admitan ninguna de las nuestras. Su deseo es expandir el Islam por todo el mundo. Ya lo dijo El Gadafi. Fracasamos en nuestro intento de ocupar Europa por medio de las armas, pero ahora lo conseguiremos con el vientre de nuestras mujeres. Los países católicos están cediendo ante el empuje de los musulmanes hasta tal punto que el Comisario de Derechos Humanos de la EU, Álvaro Gil-Robles, criticó un plan para reintroducir la asignatura de religión cristiana en la escuela primaria en Dinamarca. Este dijo que eso iba contra los valores europeos. Dijo que la “religión como asignatura en la escuela debe ser un curso general que debe dar a los estudiantes una visión general de las tres religiones monoteístas. Las “tres religiones monoteístas” son el cristianismo, el judaísmo y el islam. ¿Se enterará este hombre alguna vez de que el islam jamás ha sido una religión europea? Algunas veces soy mal pensado y tengo en consideración lo que decía mi antepasado Quevedo y Villegas: “Poderoso caballero es don dinero”. ¿Ante tanta permisividad habremos de buscar por ahí?
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