El combustible del futuro. Así definen los expertos al carburante de hidrógeno, una energía limpia que promete acabar con la problemática de los gases contaminantes de los coches propulsados por gasolina. Con los avances en la investigación, se acerca el momento en el que este tipo de vehículos dejen de ser promesas y se conviertan en una realidad, pero ¿cuánto deberemos esperar? ¿reemplazará realmente el hidrógeno a la gasolina?
“No veo escenarios significativos hasta 2035”, señala Manel Montero, director general de Grupo Moure, quien añade que “a corto plazo es un proyecto totalmente inviable”, ya que “se habla de introducir esta tecnología en los vehículos a partir del 2028”. Todo ello genera un “escenario muy incierto” para las estaciones de servicio, según opina el experto, ya que “se está hablado de muchas energías alternativas a la movilidad”, por lo que considera que “difícil pensar en que la energía definitiva ha llegado” ya que en la actualidad conviven múltiples formas de suministro. “Tenemos energías fósiles, como son los gasoiles y las gasolinas, así como el gas, ya sea licuado o comprimido, el vehículo eléctrico, hidrógeno o gasoil sintético", añade. Por ello, Montero descarta que se instalen puntos de suministro de hidrógeno en las estaciones de servicios, ya que, apunta “ponerlos supondría inversiones que van desde los 300.000 a los 2.000.000 euros”, en un mercado, insiste “que actualmente no tiene demanda”. “Las infraestructuras a fecha de hoy son prácticamente inexistentes”, asegura. Las ventajas del hidrógeno A pesar de verlo como una opción real de aquí a al menos quince años, Montero destaca las ventajas del combustible de hidrógeno, una opción que considera “ideal para almacenar energía a largo plazo y permitir una movilidad sin emisión de dióxido de carbono”. Las fortalezas del hidrógeno se basan en que es un elemento muy abundante en el planeta cuyo combustible no genera emisiones. Además, “puede transportarse y almacenarse a gran escala con relativa facilidad, cosa que no sucede con otras alternativas a la movilidad como es la electromovilidad”, señala. Sin embargo, el experto advierte de que “como cualquier transformación, no hay un camino de rosas”. En este sentido, Montero alerta de que, en la actualidad, el proceso de electrólisis del agua “necesario para conseguir transformarlo en gas hidrógeno”, es una técnica “muy costosa”, por lo que “no es competitivo con otras energías que se pueden suministrar.” Para superar estas tensiones del mercado, que cristalizan en las dudas por parte de los consumidores a la hora de adquirir este tipo de vehículos, el experto señala que entes como la UE aplicarán “la fuerza legislativa” para compensar esta falta de demanda. ¿Mejor que el eléctrico? Montero explica las diferencias entre otra de las movilidades sostenibles alternativas al gasoil con mayor recorrido, el vehículo eléctrico. En la comparación, el experto señala que “ambos tienen puntos positivos y negativos”. Técnicamente, un coche eléctrico es “un automóvil en el que las ruedas giran impulsadas por un motor eléctrico que obtiene la energía necesaria de una batería que se recarga en una toma de corriente”. Por otro lado, en un vehículo eléctrico, esta pila de combustible está “alimentada por hidrógeno, que, al combinarlo con oxígeno tomado del aire, genera energía eléctrica a bordo del vehículo”. Montero apunta a que el coche eléctrico tiene un precio inferior, además de generar menos emisiones. Además, “es más fácil dotar de infraestructuras de carga” a este tipo de vehículos. Por otro lado, los coches de hidrógeno tienen una mayor autonomía y no le afectan las temperaturas. El experto añade que también “el sistema de repostaje es más rápido y similar al actual, por lo que los usuarios no tienen que cambiar de hábitos”.
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