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Dolor, sufrimiento, espectáculo y política...

Aún me queda la ligera esperanza de que se pueda despertar de este aturdimiento
José Luis Ortiz
martes, 5 de octubre de 2021, 08:38 h (CET)

En ocasiones suelo emplear el seudónimo, de Joss Frank Career, y permitidme que este artículo alce la voz por dos personas, la mía como autor y la de Joss FrankCareer aunque sea la misma voz y la misma palabra, y por ello y esa comprensión miles de gracias de antemano.


Vivimos rodeados de innumerables sufrimientos, erupciones en Palma, en Italia, terremotos gravísimos en Haití, en Guerrero (México), Fukishima (Japón), Mala (Perú), la pandemia del COVID y sus duras secuelas,  crisis económica, demasiado dolor y nadie soporta otro un leve soplo de contrariedad y sufrimiento. Las ideologías, sean cuales sean su color y pensamiento están como esas ropas viejas que alguien ha dejado para limpiar el suelo ya arrugadas y desgarradas.


Y luego está este memorial de penas que nos aprieta el cuerpo, el alma y el corazón de norte a sur; en el mundo, la colección de desbandadas y no de pájaros precisamente, o quizás sí, pero que ni vuelan, ni tienen plumas y que si vuelan lo hacen en aviones, bien pertrechados de seguridad y estabilidad, en todos los aspectos.


Llevamos demasiados adioses verbalizados u otros silenciados en el dolor y el sufrimiento que han forjado un duro e incómodo callo en nuestra alma. Si de algo estoy seguro de todo esto es que el corazón y el alma duele y que está arañada por mil y una heridas hechas de desolaciones.


Es ahí donde nos topamos con la política, que se ha convertido en una cueva llena de agujeros y rincones vacíos y vaciados en donde el dolor, el sufrimiento y la lucha se incrementa. Un campo, la política, en la que los extremos cuando se encuentran, incendian los vergeles de la moderación y producen posicionamientos radicales y enfrentados que ignoran el verdadero dolor, sufrimiento que sangra y no cicatriza.


Es cuando, aparece entonces el grito del espectáculo, que convierte determinados medios, el dolor y sufrimiento, que recorre sin bozal y con altavoz gran parte del mundo, olvidando la urgencia, la avidez de soluciones en beneficio de las aras del espectáculo, como en su día fue el circo romano, plagado de víctimas y mártires.


El mecanismo que activaba antes la esperanza de un cambio necesario inminente, es preciso reactivarlo, no sé cómo, pero me consta que primero tiene que existir, empatía, transparencias y sensibilidad, por parte de la política, en general,  para que se llegue a consumar esa aspiración tan necesaria y precisa en estos tiempos. Es por esto que no se entiende, en absoluto, la extrañeza que muchos líderes políticos, mundiales ante algo que no asumen.


Como es sabido las urnas, en ocasiones, al menos, en antaño, acarreaban prodigios ocultos y tiempos de esperanzas. Las elecciones, cuando los ciudadanos, tienen el alma en carne viva producen efectos inesperados y sorprendentes.


A pesar de ello, tengo muy presente, que la iluminación que precisa el mundo no vendrá de la política de “albañiles”, con respeto a tan venerable profesión, en los pozos de oscuridad y agitación en la que trabajan, sino de verdaderos “profesionales” involucrados, preparados y sensibilizados con la realidad presente.


Son tiempos en los que hablar de política entre los amigos y cercanos genera temor de expresar nuestro sentir ante el salto al vacío que supone discrepar de opiniones y de ello, hago y grito a los cuatro vientos, que los responsables son los líderes actuales que han desembarcado en estos momentos sin mayor habilidad que el azote fácil, acompasado de la palabra ágil.


A pesar de ello aún me queda la ligera esperanza de que se pueda despertar de este aturdimiento.

No dejemos atrás, esos marcos mediáticos, que, sin filtro, utilizan, manipulan y vilipendian ideas, hechos y realidades dejando que la verdad se pierda en las alcantarillas de las redes sociales pues quizás los analistas, políticos y periodistas, entre los que humildemente me incluyo yo, con el permiso de los presentes, arrojen algo de luz, reposo y rigor a cambio de cobijar a la razón desquiciada.


Para ello que mejor, para terminar, que emplear las palabras de un gran político y hombre como buen Hijo de Viuda, implicado , coherente e involucrado.


“La prueba de la buena política, se centra en el trabajo por el progreso, que no es más que unirnos a la abundancia de los que tienen más y dar lo suficiente y lo justo para los tienen poco. He comprendido que la política que busca el bienestar sólo es posible cuando reconoce la unidad con todas las personas del mundo, sin excepción”,  

Franklin D. Roosevelt, Presidente de Estados Unidos (1933-1945)

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