Rescatar pasajes de nuestra vida es una parte de la ruta del autoconocimiento que frecuentemente es soslayada, porque éste, debido a nuestra forma de pensar occidental, se parcializa desde unabordaje racionalde las tres grandes preguntas filosóficas: quién soy, de dónde vengo y qué estoy haciendo aquí.
Sin embargo, sumergirse en el proceso de toma de consciencia de uno mismo como un ser individual, con características propias, con vida social y espiritual, implica procesos que hay que hacer visibles, como el hecho de que recuperar nuestro pasado olvidado, es una forma de autoconocimiento.
En este sentido, rescatar pasajes de nuestra vida podría emparentarse únicamente con el recuerdo, pero no es así. El recuerdo desempeña una función clave, pero, a mi juicio, es el punto de partida para traer al presente alguna experiencia del pasado.
Una vez traída una experiencia al aquí y al ahora, se genera un proceso de comprender cómo esa pieza cobra sentido en un rompecabezas mayor, y cómo es que todo ello nos afecta y conforma en nuestras múltiples dimensiones.
En este punto es oportuno mi poema Somos tinta y papel (2019):
Somos rompecabezas incompletos,/ a la espera de la pieza/ que dé el toque finala cada ronda,/ novela inacabadacuyo desenlace sea el remate/ de la historia completa;/ quizá porque estamosen constante cambio/ y cada día en construcción,/ como cuando caminas tres pasos/ y lo que buscas se aleja diez./ Somos aprendices permanentes,/ errantes de noche y de día,/ cometas que siembran vida,/ pero sólo de paso,/ siempre de paso./ Somos sistema abierto de ADN,/ fórmula imperfecta,/ crucigrama multidimensional/ y misterio indescifrable./ Somos muertes incontables,/ temporalidad inatrapable,/ corazones cambiantesy poesía inconclusa/ de un poeta que juegaa hacer versos,/ que en realidadson multiversos/ de tinta y papel.
Rescatar experiencias es un proceso personalísimo, íntimo, que va más allá de calificar de bueno o malo lo que hemos vivido. Rescatar es desempolvar, vestir, tomar, comer, respirar, reconstruir, deconstruir nuestra vida desde un lapso, en forma de pasaje, de nuestro pasado. En esa ruta aparecen rostros, detalles, huellas, reminiscencias, sincronías y muchas cuestiones más que, en esa dinámica, atañen a la duda filosófica que nos hace trascender lo cotidiano, lo puramente material y lo inferior.
Repaso todo lo anterior como una forma de meta lectura de cierto itinerario que siguen algunos de mis escritos, en los que traigo al presente ciertas experiencias aparentemente intrascendentes.
En ese re andar, por ejemplo, la figura de mi madre cobra una preponderancia que en el pasado pasaba desapercibida en ciertas áreas de lo que soy, pero que, ahora, desde una mirada de educador permanente, me permite deducir espacios geniales de formación, como lo que cité en mis artículos: Las micro bibliotecas familiares son decisivas en nuestra formación (bit.ly/31k3FSI), y en El poder sanador de arrojar flores al río (bit.ly/3jOsOLJ).
Trato de auto conocerme a través de la meditación, la reflexión, la otredad, la educación, la poesía, y cada vez más conscientemente, a través de la visibilización, el rescate, la documentación, la sistematización y la intuición de experiencias personales:
Dijo en cierta ocasión Albert Camus que «la tragedia de la vejez no es que seamos viejos, sino que seamos jóvenes. Dentro de este cuerpo envejecido hay un corazón curioso, hambriento, lleno de deseo como en la juventud». Quizá, esta frase del escritor, de origen argelino, sea una estupenda expresión para vislumbrar el enfoque de la novela de Domenico Starnone, El viejo en el mar.
«El ecologismo seguirá siendo una estafa mientras no integre el veganismo en su discurso contra el calentamiento global». Este fue el mensaje medular que trasladaron al público asistente a la presentación del libro de Ángel Padilla “Los hijos de Romeo y Julieta” los actores en el evento, la cantante vegana Verito Monetta, la bailaora vegana Sandra “La Madueño”, la portavoz en Valencia del colectivo “Rebeldes indignadas” Rosa Más González y el propio Ángel Padilla.