Los movimientos separatistas que existen en el mundo, de los que no somos ajenos en España, nacen por el deseo de algunos grupos políticos en ser autónomos de una comunidad superior a la que pertenecen desde hace muchos años, para lo cual emplean generalmente acciones ilegales de todo orden. Suelen alegar razones diversas como religiosas, lingüísticas, étnicas o políticas y engañan a sus seguidores prometiéndoles que con la independencia van a ser mucho más libres y a vivir en un verdadero paraíso.
Todos ellos (sin respetar a las mayorías silenciosas) basan sus movimientos en un gran odio hacia todo lo que les han inculcado otras personas cuya preparación y bonhomía quedan lejos de la cordura y las buenas intenciones.
Analicemos hoy (habrá tiempo para los demás) lo que ocurre en Cataluña: se mofan de nuestros símbolos, (nuestra bandera ondea solamente en unos 150 delos 1.000 edificios públicos a que están obligados) pisotean la lengua española que están obligados a usar por ley, y raro es el día que no tratan de humillar a la Corona y a nuestros ejércitos con actos inciviles; alteran la historia en términos tan débiles que ni ellos la creen, imponen el pensamiento único y desprecian a los no nacidos en Cataluña, a los que llaman despectivamente charnegos. Son verdadera escoria.
Y aunque lo ocultan, saben que si algún día fueran independientes no serían nada en Europa (quedarían fuera de la UE) ni en el resto del mundo. Tendrían que “inventar” una moneda, que no valdría nada en el concierto internacional y no podrían relacionarse con su minoritario idioma. La fiscalidad les atosigaría con fuerza esa economía despilfarradora que, en la actualidad, equilibra España, coningentes cantidades de dinero que el nefasto Gobierno español sufraga, restándolo a otras comunidades como, por ejemplo, a Andalucía. Y sus empresarios deberían buscar otros mercados porque el nuestro, quedaría mermadopara ellos.
En definitiva, pasarían de ser una parte importante de una de las naciones más antiguas e importantes de Europa, a un país de segunda categoría sin la tutela de España y de la Unión Europea. ¡Y con una gran deuda a las espaldas!
|