Como sigo siendo gran amigo de los refranes, y además poseo para consultar los tres tomos de esa gran obra titulada “Refranes y Paremias Grecolatinas”, cuyo autor es mi amigo el cordobés Rafael Martínez Segura, hoy quiero emplear uno que viene “al pelo” para ocuparme de Cataluña, esa región del nordeste de España que se encuentra al borde del abismo porque ellos, por acción u omisión, se lo han buscado. Se trata del refrán que dice así: “Quien mal anda, en mal acaba” cuyo significado es: “quien lleva una vida desordenada tiene, por lo general, un fin desastroso”.
Una vez dicho esto, quiero fijarme detenidamente en la cantidad de trapisondas, ilegalidades, torpezas intencionadas, robos, prevaricaciones, traiciones y diversos desvaríos (buscando la independencia que nunca alcanzarán)en los que están envueltos los responsables políticos de la mayoría de los partidosque lesconducirán a la ruina total. Aunque sabemos que todo esto empezó hace muchos años, hay que reconocer que,desde Pujol, Ferrusola y sus “siete niños”, la cosa ha ido de mal en peor, hasta el fallido golpe de Estado. Miles de empresas se han marchado para siempre.
La persecución del idioma español ha hecho que ningún país quiera invertir en aquella región. Jamás han reconocido que el gran contingente de “charnegos” (como ellos llaman despectivamente a llegados de Galicia, Extremadura y Andalucía y otras regiones) han sido los brazos ejecutores de las tareas menos apetecibles y peor pagadas del mundo empresarial catalán.
Su increíble ceguera está haciendo que “todo el pueblo” persiga a un niño de 5 años que quiere que, de acuerdo con la ley, le den clase en el idioma español que, como dice la Constitución, todo nacido en España está obligado a conocer y tiene derecho de usar. No se dan cuenta estos separatistas que ya les va quedando muy poco o casi nada. A decir verdad, solo les quedará la fábrica para hacer esa ridícula figurita que algunos suelen colocar en el Portal de Belén. Termino como empecé: Cataluña será pronto, un inmenso caganer.
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