La pasada noche en el turno de los sueños me salió el bueno de Popeye con su lata de espinacas y la inseparable compañera Olivia, una sorpresa que me llevó a los juegos de la infancia y a renglón seguido me hace ver lo interesante que sería si este Popeye del bien contra el mal de la historia de todos los niños del universo ofrecérselo a Pablo Casado presidente nacional del Partido Popular para utilizarlo contra el otro Presidente del gobierno con acoso y derribo alboroto de sección continua, que tiene formado para lograr su deseado triunfo de jefe de gobierno de España, con vehemencia y zapateado y no menos palabrerío.
Y sumiendo a ese debut extraordinario sobre las promesas incumplidas de la «generación más preparada de la historia». Editado por Alfaguara, de un contenido sorprendente de su autor de generación inquietante en la que nadie sabe, aunque se puede calcular como “La Edad de Tiza” es la historia reciente de la España del libro vista desde el patio de colegio segregado y las urbanizaciones sin pasado pero sin futuro esta sorprendente historia inquietante. Una novela de formación trágica y tremendamente cómica que es, al mismo tiempo, una espléndida historia de detectives y fantasmas.
Álvaro, nuestro intrépido personaje que ha cumplido ya los treinta años cuando un tropiezo en el trabajo laboral lo devuelve a la casa familiar: allí sigue viviendo su madre y permanecen también, a modo de fantasmas, las promesas de prosperidad de su adolescencia. Sin mucho más que hacer, se propone desentrañar un viejo misterio que empezó cuando él tenía catorce años: la desaparición de una cinta de vídeo sobre educación sexual que les pusieron en clase y que dio pie a otros acontecimientos igualmente inexplicables.
El tiempo pasa y va dejando su sendero, risa o llanto corre el año 1991, a un colegio masculino y concertado en el que se habla de la España del futuro, donde las chicas están a años luz de hacer preguntas que duermen a las cabras. La edad de Tiza de Álvaro Ceballos es una gran novela de crecimiento rebosante de intriga y relato de «la generación más preparada de la historia», de las expectativas y las promesas que vivieron luz diáfana y que he leído a golpe de tirón. Pone en pie un universo coherente, divertido y cruel, que resulta un volcán que suelta lava sin descanso propiedad de una juventud cargada de interrogantes para la mujer y el hombre llenos de aburrimiento y descaro dispuesto de llenar un crucigrama. En fin el mar como señala el poeta cabizbajo, al que se le van las uvas por el sumo.
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