En este país de miserias parece que ser político, para algunos, simplemente significa una forma de conseguir un buen puesto de trabajo, reconocido y bien remunerado. Como consecuencia de ese criterio, “tan altruista”, se dedican a llevar a cabo políticas que aseguren su posición laboral, adornando sus proyectos con viejas ideas sociales: ofrecer todo sin exigir esfuerzo; subvencionar todo a cambio de votos y consolar a todos con el pañuelo hipócrita de la penuria utilitaria…
Estos “grandes políticos”, formados a la sombra de “Universidades político sociales extremistas”, no de “Ciencias Políticas”, apadrinados por un tal Pablo, no el de Tarso sino el vallecano de la selecta Sierra de Madrid y, hoy, disfrazado de feminismo con su alumna aventajada, Yolanda Díaz, se han dado cuenta que en esta vida el esfuerzo pertenece a los pobres y que lo mejor es apostar por la política facilona del “todo está mal”, “esto es una ruina”, “yo os daré el pan y los peces”, el “pasado está podrido con la pócima derechista”.
Este sistema significa un seguro de una nómina adecuada para los “sirvientes, no servidores, arrastrados” y otro para una remuneración de alto ejecutivo para los “predicadores, vendedores inteligentes de mentiras globales, llenas de lágrimas mentirosas”.
Lo primero que hacen es limitar la convivencia con sus muros de líneas rojas, con sus limitaciones y cordones sanitarios, con su subjetiva memoria de una historia que ninguno de ellos ha vivido, con la hipocresía de esa memoria que recuerda los horrores de hace un siglo y olvida los cientos y cientos de muertos de hace unas décadas.
Los que hemos nacido en los primeros años de la posguerra, SÍ PODEMOS HABLAR; los que han ido naciendo tras la desaparición de políticas dictatoriales de trágica memoria PARA TODOS deben ir conociendo CON MENTE LIMPIA DE PREJUICIOS la historia real de España, convertida por algunos en PANFLETOS SUBJETIVOS DE INTERESESES POLITIQUEROS QUE BUSCAN ENFRENTAMIENTO EN EL ODIO CADUCADO DEL PASADO.
En una España, modelo de convivencia para muchos países, tras situaciones terribles, es incomprensible que las nuevas hornadas de políticos “formados” gracias al “sistema de respeto” del 78 hayan cogido el camino del enfrentamiento.
Los vicios generados en una larga transición no deben ser corregidos criminalizando a personas, grupos, partidos, entidades o gobiernos. Eso sería volver a un pasado, “mutatis mutandis”, de odios y rencores que lo único que traería consigo sería más pobreza, mucho dolor y una terrible inseguridad.
Los ciudadanos de a pie debemos saber discernir entre las realidades sociales y las utópicas realidades que algunos predican. Los que nos levantamos para trabajar debemos saber diferenciar una vida digna fraguada en el esfuerzo personal,de la vida que algunos nos quieren ofrecer basada en el enfrentamiento y la demagogia populista.
No nos dejemos engañar con tantos y tantos discursos bananeros. Siempre se ha dicho que los problemas de dicción podrían corregirse con alguna que otra piedrecita introducida en la boca. La tartamudez no se curaba pero sí se mejoraba.
Hoy día los métodos han mejorado: llenar la boca de miles y miles de euros, hace que los discursos sean fluidos, menos agresivos, aunque, eso sí, mantienen el mismo fondo: El odio… ¡Qué se lo digan a ciertas personas, del famoso y populista 15M! ¡Cómo cambia el discurso con 6.000 € al mes!
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