No soporto a las personas que en determinadas conversaciones utilizan la blasfemia de forma repetida. Estos luego se dicen cultos y con valores, y son titulados en universidades. Se dicen algunos “hijos de la Iglesia” y en su forma de hablar, la blasfemia y las palabras mal sonantes, son usadas de forma habitual. Su lenguaje de carreteros roza siempre el mal gusto y solo los no cultivados utilizan las palabras más barriobajeras para referirse a determinados temas. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Se les llena la boca de sus logros, de ser leídos y de tener gusto por la lectura y la letra impresa. ¡Que lejos están de la misma!
La corrección en el habla y en las formas, dicen mucho de la persona que las lleva a buen término. Debemos ser conscientes de que nuestras conversaciones no son algo baladí, sino todo lo contrario. Debemos fijarnos bien en las expresiones que vamos a utilizar, ya que no podemos repetir de forma continuada palabras mal sonantes una después de las otras.
La pureza del lenguaje, nos debe llevar a la corrección máxima. Si nos esforzamos por usar palabras correctas, estaremos contribuyendo a proteger el buen uso de la lengua castellana -española para los exquisitos- en todos los ámbitos dónde nos encontremos. Hemos de ser conscientes de que nuestra lengua es de las más ricas y que debemos conocerla y usarla de forma conveniente.
Los cristianos tenemos que soportar miles de blasfemias a diario. Y no me parece que sea el mejor de los caminos. En otras culturas, al blasfemo, le hubieran cortado la lengua. No digo que lleguemos a esos extremos, pero si que de vez en cuando, una lavadita con lejía y salfumán no nos vendría nada mal. Menos mal que para reparar los actos blasfemos, los cristianos rezamos todos los días además de que existen órdenes religiosas -caso de las Reparadoras- fundadas para la reparación de las blasfemias que la sociedad reparte a diestro y siniestro.
¿Cómo podemos aprender a tener una dicción del lenguaje correcta? Leyendo libros en los que, el lenguaje sea totalmente correcto. La lectura nos hace libres, porque nos culturiza. No resulta dañina para nadie y es aconsejable practicarla a diario. Leer la prensa digital o en papel, o una novela, o una obra poética o dramática, nos ayudará a comprender mejor nuestro papel en la sociedad y a seguir usando nuestro lenguaje de la forma más correcta. No vale decir: amo la letra impresa … y en mis charlas con familiares, amigos y conocidos, sigo blasfemando de forma continuada. Si de verdad nos motiva la lectura pausada, poco a poco debemos corregir nuestra forma expresiva, haciendo que nuestro lenguaje reluzca más que nunca.
Hagamos nuestro el lema de la Real Academia de la Lengua: “limpia, fija y da esplendor”, añadiéndole: sin blasfemias ni palabras malsonantes. Es un reto que debemos ponernos a diario.
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