Los que nacimos en los años 30 del pasado siglo, tuvimos una serie de vivencias muy diferentes a los nacidos en los años 70 del mismo siglo, tanto en economía, como en educación y relaciones sociales. En los años 30, España estuvo en preguerra, guerra o postguerra y fue una década, llena de desgracias, que todos deberíamos olvidar.
En los 70, España había cambiado de una manera sorprendente en muchos aspectos. Fueron 40 años poniendo las bases para colocar a la nación en marcha ascendente, con algunos vaivenes propios de un país que quedo devastado por una guerra civil que ahora algunos están empeñados en resucitar. Finalizada la terrible contienda, tuvimos que empezar desde 0 en casi todo, por lo que fueron unos años duros en los que la mayoría de las personas tuvo que sufrir carencias de todo orden.
A partir del año 45, las cosas empezaron a evolucionar y la economía empezó a crecer con lentitud. La producción industrial no logró recuperar su nivel de 1936 hasta 1955 y la agricultura tuvo que esperar hasta 1959 para volver al nivel anterior a la guerra. Pero ya se habían iniciado las construcciones de pantanos y la mejora en las carreteras, la industria y la agricultura. Fue más adelantecuando los tecnócratas con sus planes de desarrollo y la ayuda del Fondo Monetario Internacional dieron un gran impulso a nuestra economía y empezaron las construcciones de más embalses, carreteras y autovías; y la creación de Escuelas del Trabajo y Universidades; y de industrias de todo tipo; y el fomento de la agricultura y el turismo.
En base a ello, entre los años 1959 y 1974, dentro de lo que se llamó el “milagro español” llegamos a tener la segunda mayor tasa de crecimiento del mundo. Hasta el punto de que, en 1978, año en el que se aprobó la Constitución, llegamos a alcanzar el puesto número 7 entre las economías del mundo.Pero es de justicia señalar que, para poder llegar a ese punto,se tomó por parte de las Cortes españolas una importante decisión que nunca debemos olvidar. Fuela aprobación de la Ley de Reforma Política mediante la cual se instauró la democracia. Por eso he querido recordar, agradecido, el gesto de aquellos españoles que “tenían casi todo y lo cedieron”.
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