He escrito muchos comentarios sobre esa “prudencia política”, que muchos consideran esencial en el desarrollo de la actividad parlamentaria. Siempre he querido referirme al “patio de la actividad política”, nunca, eso espero, al ámbito personal. Dicho esto, debo exponer con claridad mi postura ante la llamada “prudencia política”.
Lo primero que hay que tener en cuenta es el aspecto público de la “política”. Cuando una persona o grupo se lanzan a esa extraordinaria actividad, como es el servicio público, deben comprender que “política” es “pueblo” y nunca podrá ser “privativa”de intereses personales o de grupo.
Lo segundo a tener en cuenta es que los votantes apoyan lo que buscan, lo que desearían para ellos y para el “pueblo”.
Lo tercero a considerar, es la obligatoriedad de presentar no sólo de un “ideario” sino, sobre todo, un “programa perfectamente cuadriculado y con el sombreado que corresponda”, por eso de las “circunstancias externas”.
Cuando unos “políticos”, con estos tres principios en su mochila, se lanzan a la arena del ruedo, deben comprender que frente a ellos se encuentran otros, también “políticos”, con sus propias mochilas, diferenciadas únicamente por los “programas”; los otros dos principios son sagrados y comunes. A partir de ese momento, “mutatis mutandis”, se hace realidad el famoso “circo romano”, en el que,los que se respetaban como compañeros gladiadores,luchaban sin ningún tipo de prudencia por su vida, por su permanencia y por la gloria suya y la de su “grupo”.
El “mutatis mutandis” es la “norma evolutiva” que las distintas culturas han tenido en cuenta para no prejuzgar injustamente la historia.
Hoy, no debemos condenar los enfrentamientos sino la utilización de “malas artes”, tales como la mentira, la instrumentalización de lo público, la ayuda de los enemigos del Estado Constitucional y las trampas programáticas. Todo lo demás será normal…
El dedo del emperador, hoy el PUEBLO, señalará la SENTENCIA.
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