Por mucho que yo pretenda argumentar lo que fue, es y seguirá siendo el comunismo, jamás podré ser más elocuente que los hechos que tenemos ante nuestros sorprendidos ojos en este final del mes de febrero de 2022. Naturalmente, me estoy refiriendo al criminal, traicionero y desmedido ataque de Putin y sus criminales huestes, a Ucrania.
El asesino Putin, llevaba ya muchos meses preparando esta cruenta invasión, sin reparar en gastos, ni en el uso de los medios bélicos másdevastadores para destrozar en pocas horas a esa noble nación que ha tenido la mala suerte de querer ser libre, sin las ataduras de uno de los regímenes más crueles que existen en el mundo.
Enferma pensar el daño infinito que este tirano está causando a la población ucraniana que, desconcertada, no sabe qué hacerdónde y cómo refugiarse niel porvenir inmediato que le espera para buscar alimentos y satisfacer sus más perentorias necesidades.
El embustero Putin (en este aspecto muy cercano al palurdo y plagiador de La Moncloa) ha estado engañando a todos los que, temiendo o intuyendo lo que despuésha ocurrido, le pedían que se abstuviera de atacara una nación libre y democrática como Ucrania. Y, con nocturnidad y alevosía, desoyendo cuantas voces le pedían que no llevase a cabo sus malvadas pretensiones, las ha emprendido con sañaatacando con misiles muchos edificios estratégicos, centros de comunicación y carreteras. La invasión se realiza por tierra mar y aire,desde cinco puntos diferentes,con la ayuda de muchos miles de soldadosbien pertrechados,con gran dotación de vehículos y diversas armas de guerra.
Tan criminal fechoría continúa para desgracia de toda esa gran nación, cuyo final se ignora, pero me temo lo peor. Por lo pronto, entre muertos y heridos, hay ya un millar de ucranianos. Y les recuerdo que en el izquierdoso gobierno de España hay comunistas, separatistas y herederos de terroristas, simpatizantes de Putin. ¿Les preocupa?
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