Con sangre en mis manos,
miré al enemigo, Odio, ira, no me reconozco. ¿Quién soy? ¿en quién me he convertido?
Perdí mi humanidad con el tercer herido, cuando te hacen comprender que debes matar, que no son amigos.
Entonces… nuestras miradas se cruzaron, y supe que estaba perdido, era mi amigo, aquel hombre al que había herido, era mi amigo, estuvo estudiando conmigo, él era mi amigo, prometimos que nos visitaríamos, pero por falta de tiempo, nunca lo hicimos.
Olvidé al soldado, olvidé que debía matar al hombre que sangraba en aquel camino. Olvidé mi bandera, solo era un trozo de tela, y aquello, una guerra sin sentido.
Me arrodillé junto él, pedí perdón por seguir órdenes de un desaprensivo, de alguien que firma una guerra, y se mancha las manos con la sangre de nuestros vecinos.
Pedí perdón por ser sicario, por cerrar los ojos, por disparar sin pensar, porque soy soldado, y los soldados no preguntan, solo ponen sus vidas en peligro para salvar a su país de cualquier amenaza, defender la tierra en la que han nacido.
Pero nosotros éramos los malos, los que perturbábamos, los que matábamos a inocentes, los que sin pestañear disparábamos.
Su vida se fue entre mis brazos, mis lágrimas borraron al soldado.
Bajo la lluvia tan solo quedaron dos amigos abrazados, destruidos por un sistema de odio que ninguno de los dos había buscado.
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