Requerido por la prensa sobre el problema ucraniano, el Canciller paraguayo Euclides Acevedo subrayó en una entrevista la importancia de conocer la historia para una aproximación al conflicto que hoy enfrenta a Kiev con la Tercera Roma.
Como corresponde a todo profeta que juzga el pasado, para instruir el presente en beneficio del futuro, la historia de la guerra fría registra abundantes referentes Nazis y militares leales a Hitler entre los arquitectos de la OTAN.
Aunque no esté bien ahora decirlo, tampoco está mal recordar que militares al servicio del Tercer Reich y la misma Gestapo como Reinhard Gehlen, Albert Schnez o Adolf Heusinger, solo por mencionar a casos documentados, publicitados mundialmente y nunca desmentidos, fueron algunas de las figuras relevantes del nazismo que luego tendrán gran protagonismo en la construcción del poder de la OTAN. No se trata de personajes de ficción, aunque la historia oficial contiene habitualmente fuertes dosis de la misma.
El jefe de las SS Heinrich Himmler, mandamás del Frente Oriental, fue el primero en especular con una alianza entre nazis y Occidente para contener a la "amenaza soviética", cuando se dio por enterado a principios de 1945 que la guerra estaba perdida para el Reich. Traicionó a Hitler para concretar su plan, pero no pudo verlo materializado pues se suicidó en un campo de prisioneros británico. Si pudo salvar a su esposa Marga y su hija Gudrum, que le sobrevivieron décadas y dieron calificado testimonio de los hechos.
El sueño de concretar una Alianza con Occidente para un eventual enfrentamiento contra el Frente Oriental, finalmente se hizo realidad con la guerra fría y la activa participación de oficiales leales a Hitler.
Reinhard Gehlen se puso al servicio de Occidente a través de la maniobra "PaperClip", documentada, publicada y nunca desmentida. A través de esa operación en la semipenumbra, hoy aceptada como real e histórica, fueron blanqueados nazis convencidos dotados de talento útil como el mismísimo Von Braun.
Albert Schnez, coronel de la Wehrmacht durante el Tercer Reich, llegaría a ser Jefe del Estado Mayor durante el gobierno del socialdemócrata Willy Brandt. De acuerdo a documentos oficiales de la Inteligencia alemana (BND) publicados en el año 2014, Schnez había organizado un ejército secreto de veteranos de la Segunda Guerra Mundial que contaba con cuarenta mil efectivos, listos para defender a Alemania Federal de una eventual invasión soviética.
Adolf Heusinger fue otro talento de exitosa carrera militar y lo testimonian sus condecoraciones otorgadas por Estados Unidos, precedidas por otras similares del Imperio Alemán y del Tercer Reich. Su lealtad a Hitler está fehacientemente comprobada, y no solo por su protagonismo en la anexión de Austria y la invasión de Polonia, Dinamarca, Noruega y Francia.
También dan fe de su fidelidad al Reich las heridas recibidas el 20 de julio de 1944, durante la Operación Walkiria, indicios de que se encontraba ajeno a la conjura como dictaminó la misma Gestapo y quienes somos para discutirle.
En 1947 se unió a Gehlen quebrando lanzas en defensa de Occidente. Su labor al servicio de la CIA recibió cálidos elogios de Langley, tanto que su nombre brilló como posible sucesor de Gehlen en la organización homónima abocada a sabotear el Pacto de Varsovia. El destino lo llevó, sin embargo, a su Alemania natal donde se convirtió, luego de ser asesor de Adenauer en presidente del Comité Militar de la OTAN hasta 1964.
Valga la divulgación de este breve catálogo para discernir, al decir de Jean Paul Sartre, entre el género humano y su élite, vale decir, entre quienes disponen del verbo y quienes lo toman prestado.
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