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El despotismo iletrado

¡Pedro, nuestra patria no es tu posesión particular!
Manuel Villegas
miércoles, 23 de marzo de 2022, 08:51 h (CET)

Allá por la segunda mitad del siglo XVIII, surge en Europa un movimiento filosófico-político conocido como el DESPOTISMO ILUSTRADO. Su ámbito de propagación se enmarca en las monarquías absolutas de la época y pertenece a los sistemas de gobierno del Antiguo Régimen, incluyendo las ideas de la Ilustración.

         

No quiero extenderme mucho pero sí ha de quedar bien definido que los problemas del Estado absolutista requerían de la colaboración de personas calificadas dispuestas a implantar e impulsar el desarrollo político y económico de las naciones.

         

El Despotismo que referimos, ante el temor de la innovación es sustituido por la creencia en la posibilidad de alcanzar un futuro mejor, sin cambio súbito, sino por la paciente labor educativa y legislativa para la cual se necesitaba la colaboración de los ilustradoscuyas ideas no constituían un pensamiento meramente especulativo, sino que se convertirían en programas de gobierno y se llevarían a la práctica.

         

Su lema era: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, es decir, buscaban el bien del menudo (en la cuarta acepción del DIARE), pero sin contar con él.

         

Hoy día en España, se dice que gozamos de una democracia, en la que el pueblo participa en las tareas de gobierno, eso es verdad hasta cierto punto, porque tenemos que realizar algunas puntualizaciones sobre ello:

         

En nuestro Gabinete Ministerial todos lo que se sientan no son ilustrados, sino muchos iletrados, según la segunda acepción del DIRAE, es decir, no es que no sepan leer ni escribir, más de uno lo habrá, sino que no hacen uso o lo llevan a cabo tan mal que los podemos considerar como carentes de cultura. Alguno de los que se aposentan en nuestro Consejo de Ministros ha sido un hortera, en la 3ª acepción del mismo diccionario.

         

No es por señalar, pero nuestro Presidente, el “ínclito” Pedro Sánchez debe su título de “doctor cum fraude”, al plagio de un “negro” copiador de otro “negro”. A pesar de su carencia de conocimientos gobierna a esta desgraciada, por su culpa, España con la prepotencia de un dictadorzuelo que se basta y se sobra para cometer toda la clase de tropelías que se le vienen a su debilitada mente.

         

La penúltima, nunca será la última, ha sido el giro copernicano que ha dado a su programa electoral sobre las relaciones de España y el Sahara. Como no soy politólogo no lo enjuiciaré ni me pronunciaré sobre si está bien o mal. Posiblemente en el fondo sea conveniente para España, pero lo que es digno de vituperación ha sido la forma de realizarlo. No ha consultado a nadie para ello. No sólo a la oposición, ya que se trata de un asunto que concierne a todos los españoles, sino que tampoco ha hecho partícipes a los componentes de su Gobierno. Su actitud ha sido la de “ordeno y mando”, al puro estilo de un genuino dictador (¿tendremos que echar de menos a Franco? ¡Dios no lo quiera!) y hacer pasar a España por las horcas caudinas que son lo más opuesto a la democracia.

         

Pedro ¿te enterarás de una santa vez de que el pueblo, sus representantes, tienen que participar activamente en las tareas de gobierno? Que no, que no, Pedro, que esto no es tu cortijo en el que mandas sin rendir cuentas a nadie, lo mismo que haces con tus viajes en el Falcon. Entérate de que tienes responsabializarte de tus acciones ante los españoles, que España no es tu casa en la que podrás mandar si tu esposa te deja.


¡Pedro, nuestra Patria no es tu posesión particular!

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