Con el debido respeto, Sra. ministra, le dirijo la presente para sugerirle que no se ponga tan “subida de tono”, tan enérgica, porque puede enfermar de estrés lo que sería muy lamentable. Lo digo porque, ayer, la vi muy acelerada, casi riñendo a los propietarios de gasolineras, porque le pedían soluciones a los numerosos problemas que encuentran para poder resarcirse de los 20 céntimos que tienen que restar a los clientes por cada litro que compren de combustible en sus establecimientos.
Por una vez, póngase en el caso de un modesto gasolinero que tiene que pagar por anticipado la mercancía que le suministran sus proveedores y, además, no puede recuperar (con carácter inmediato) el importe que le resta alas ventas que hace a sus clientes porque así le obliga el gobierno. Porque, con los pequeños márgenes que manejan, sus economías no aguantan ese sistema.
Lo extraño es que, habiendo en el ministerio que usted dirige (con tanta altivez como inoperancia) tantos funcionarios de gran categoría profesional, que han ganado su plaza por oposición y con buenas carreras universitarias en el ramo de las matemáticas, la economía, el derecho y las enseñanzas técnicas, no les haya consultado para estudiar este problema. Estoy seguro de que, cualquiera de ellos, como probablemente yo mismo, le propondría un montón de soluciones, todas ellas eficaces. Pero, ya se sabe, para este gobierno, ¡los problemas de los empresarios, no son sus problemas!
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