El 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, un momento para poner el foco en los niños, niñas y jóvenes trabajadores a quienes se les roba su infancia, educación y el futuro que se merecen, en un año en el que las consecuencias de la COVID-19 y la crisis económica amenazan con revertir años de progreso en la lucha contra el trabajo infantil. Se estima que sin estrategias de mitigación, el número de niños y niñas en trabajo infantil podría aumentar en 8,9 millones para finales de 2022.
Las cifras actuales indican que alrededor de 160 millones de niños y niñas de 5 a 17 años en todo el mundo están involucrados en trabajo infantil, realizando trabajos que los privan de su infancia, interfieren en su escolarización y dañan su desarrollo mental, físico y social. Casi la mitad de ellos, 79 millones de niños y niñas, trabajan en condiciones peligrosas, transportando cargas pesadas en obras de construcción o excavando en minas a cielo abierto.
La pobreza es la principal razón por la que las familias envían a los niños a trabajar
Lamentablemente, el trabajo infantil impide a estos menores obtener la educación que necesitan para romper el ciclo de la pobreza. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alrededor del 70% de los niños y niñas trabajadores trabajan en la agricultura. Otros trabajan en fábricas, en el servicio doméstico o en trabajos forzados, como los niños soldados y los niños explotados en el comercio sexual.
“El trabajo infantil es una violación grave de los derechos de los niños y niñas. Durante la crisis de la COVID-19 hemos presenciado un alarmante aumento del trabajo infantil provocado por la lucha de las familias para llegar a fin de mes. La situación que han vivido millones de familias ha sido desesperada y les ha obligado a tomar decisiones con consecuencias nefastas para la infancia”, explica Charo Izquierdo, coordinadora de programas y sensibilización de World Vision. “Tenemos un gran desafío por delante que necesita financiación y apoyo por parte de todos los actores implicados, tanto organismos internacionales, como los gobiernos, las empresas y la sociedad. Apoyar los medios de vida de las familias es fundamental para romper los ciclos de pobreza y proteger los derechos de la infancia.”
El trabajo infantil en el mundo
El trabajo infantil se concentra en los países más pobres del mundo. También es común en contextos frágiles donde hay inseguridad o conflicto armado. La pobreza familiar y una oferta educativa deficiente son dos de las principales razones por las que los niños y niñas de los países con bajos ingresos son utilizados como fuerza laboral.
En Afganistán el año pasado, un estudio de World Vision encontró que casi el 50% de las familias habían enviado a sus hijos a trabajar. Wakeel, de 10 años, trabaja como limpiabotas. Hasta hace poco, nunca había acudido a una escuela, deambulaba por las calles de su ciudad trabajando 11 horas al día para proporcionar ingresos a su familia. El trabajo infantil es común en todo Afganistán, con estimaciones que muestran que solo en la capital, Kabul, al menos 60.000 niños trabajan en las calles todos los días. Desde el cambio de gobierno el pasado año, estas cifras se han triplicado.
En los primeros meses de la pandemia, el 28 % de los hogares en Camboya sufrieron pérdidas de empleo e ingresos y enviaban a los niños y niñas a trabajar, y en Bangladesh, el 34 % los enviaba a mendigar. El confinamiento por la pandemia de COVID-19 obligó a miles de niños como Pinky, de 10 años, a abandonar la escuela y trabajar en fábricas. Las manos que deberían levantarse en las aulas para hacer preguntas se están bajando para manejar máquinas en fábricas donde las condiciones son inseguras para los adultos.
En todo el mundo, World Vision está trabajando con las comunidades, las familias y los propios menores para acabar con el trabajo infantil, especialmente con la explotación sexual y el reclutamiento en grupos armados.
“No hay excusa para que esto suceda en el siglo XXI. Con una acción urgente, basada en la concienciación de los derechos de la infancia, alentando la matriculación escolar y ayudando a las familias a mejorar sus ingresos y mediante la asociación con gobiernos y empresas para prevenir el trabajo infantil, aún podemos cumplir con nuestro compromiso global de poner fin al trabajo infantil para 2025”, concluye Charo Izquierdo.
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