Una fiesta muy especial que no sabría calificar. Una mezcla de ritos ancestrales, una especie de liturgia, una demostración de valor o de inconsciencia o, simplemente, la culminación de una fiesta constante llena de alcohol, de comida y… de algunas otras cosas. A lo largo de 875 metros y durante poco más de dos minutos, miles de jóvenes, y no tan jóvenes, corren delante, con, alrededor o detrás, de siete toros y unos cuantos cabestros, con el fin de sentirse orgullosos de su fuerza, su velocidad o su locura momentánea. Mientras los veía, pensaba, lo parecida que es nuestra vida a un encierro. Es demasiado corta y demasiado rápida. A lo largo de la misma tú vas tomando posiciones arriesgadas o temerosas. A veces te acercas demasiado al peligro y otras no. Saltas la valla de la vida y te sales del camino difícil a riesgo de no disfrutar de la satisfacción de superar el peligro calculado… o no. Como en el recorrido de los encierros, tú escoges el momento, el tramo y la cercanía del momento difícil. Asumes las trabas que te vas encontrando, eres arrastrado, pisoteado y, a veces, corneado por la vida. Pero, finalmente, pasado el último callejón, te encuentras con el espacio abierto, la luz, la plaza liberadora, mientras te sientes orgulloso del espacio recorrido, las hazañas y los fracasos que tú solo conoces; la satisfacción de haber superado la prueba. No sabemos cuantos encierros nos quedan por realizar. Cuando las fuerzas se van agotando uno busca el tramo más fácil y continúa más despacio detrás de aquellos que tienen todavía vigor. Lo importante es seguir recorriendo el camino. Acabo de ver el encierro de hoy. Solo han sido atendidos varios mozos de fuertes contusiones y dos cornadas leves en las extremidades inferiores. Muy buena noticia. La misma que vives en tu interior cada vez que superas el encierro con los morlacos que la vida te pone alrededor. Cuando te palpas el cuerpo y el alma y descubres que lleno de barro y, a veces, pisoteado, consigues superar otro día y te sientes con fuerza para seguir corriendo hacia la felicidad. ¡Viva San Fermín! ¡Viva la vida!
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