Durero fue quien, en sus magníficos grabados, dejó representado lo que, en la Biblia, se profetizaba sobre lo que sería el fin del mundo y los acontecimientos que lo iban a preceder. Los cuatro caballos citados en ella tenían un color distinto y sus jinetes representaban los terribles sucesos que tendrían lugar en aquel catastrófico final. Así, en el libro del Apocalipsis, cuando el Cordero abre los primeros cuatro sellos de la profecía del Juicio final, salen cabalgando cuatro jinetes, uno tras otro:
“Uno de ellos lleva un arco, monta un caballo blanco y se dispone a conquistar; Otro, con una gran espada, en un caballo rojo, va a desencadenar la destrucción; Un tercero, que monta un caballo negro, lleva una balanza, representando el colapso y la crisis económica; Finalmente, la Muerte, sobre un escuálido caballo, seguida por el Infierno, se dispone a aniquilar por el hambre y la pestilencia.”
Incluso, para los que consideran tales historias como simples relatos de tipo religioso, la forma en la que se anuncia en el libro sagrado y sus múltiples representaciones iconográficas que, de esta profecía se han hecho, les causa un cierto desasosiego el solo pensar que, una catástrofe semejante pudiera suceder a lo largo de nuestra limitada vida terrenal. Pero, cuando lo que sucede es que nos encontramos ante una situación que nada tiene que ver con el fin del mundo, pero que reúne alguno de aquellos elementos preocupantes que hacen referencia a aquel utópico suceso, aunque no tengan nada sobrenatural, no se deban a milagros de tipo religioso o no encierren misterio alguno, no podemos evitar establecer una cierta similitud en cuanto a las consecuencias inmediatas que para nosotros, los españoles, pueden tener la forma totalitaria, evidentemente carente de una planificación lógica, desmedidamente despilfarradora y poco consecuente con las circunstancias del mundo que nos rodea y los peligros que se nos vienen anunciando de que, en unos meses, las posibilidades de tener que apretarnos el cinturón por motivos diversos, entre ellos la guerra de Ucrania y la inflación galopante que estamos sufriendo, nos arrastren a tener que enfrentarnos a una crisis para la que no nos hemos preparado y referente a la cual el Gobierno no parece que tenga los medios para evitar que caigamos en defauld.
Lo que parece ser cierto es que el único, en este país, que tiene un plan trazado, que se ha estudiado todas las distintas posibilidades a las que personalmente se va a tener que enfrentar, que tiene clara su estrategia de utilizar todos los medios a su alcance, sean legales o no, que confía ciegamente en su intuición y facilidad para salir airoso de las circunstancias menos favorables, sin duda alguna, es nuestro actual presidente del Gobierno, señor Pedro Sánchez. Ha venido demostrando, por activa y por pasiva, que en cuanto se le tuercen los planes no duda en sacrificar sus ideas, a sus fieles servidores, a cualquiera de sus asesores y, si hiciera falta, seguramente no dudaría y, falta saber si lo va a intentar, en sacrificar la monarquía en España. Por de pronto, de lo que no cabe duda es de que ha neutralizado al Felipe VI, como primero lo hizo con su padre Juan Carlos I. Los papelones que le hace hacer al Rey sólo se pueden entender si existe algún tipo de chantaje a la monarquía que tiene atado de pies y manos y enmudecido al actual monarca español.
Hoy su viraje espectacular hacia la izquierda deja descolocados a muchos de sus colaboradores en el PSOE, que no son partidarios de seguir esta línea y que son muchos de los distintos presidentes de comunidades a los que las relaciones con los partidos separatistas les escuecen y tampoco comulgan con el apoyo indiscriminado y, evidentemente resultado de los chantajes de los comunistas, a los que se ha tenido que prestar Sánchez debido a que, en caso contrario, peligraría la continuidad de su gobierno de coalición.
La época de los milagros parece que ha desaparecido y nadie confía en que aplicando técnicas intervencionistas de la economía, cargando de impuestos a las empresas, limitando de una manera sumamente arbitraria los derechos de los ciudadanos, repartiendo millones para cuestiones baladíes, como es el caso de los 22.000 millones que se le entregaron a la señora Montero, una de las menos capacitadas y sectarias de todas la ministras que, a la vez, sabe gastarse el dinero en favorecer a sus amigos, cuando es evidente que muchas de las promesas económicas de tipo social de este Gobierno siguen estancadas, sin poder ponerse en práctica, precisamente por no disponer de los fondos pertinentes para atender la demanda de quienes tengan derecho a recibirlas.
El método utilizado por este gobierno de lanzar el balón hacia delante, confiando en que van a poderlo recuperar de aquí a un tiempo, tiene muy poco de verosímil, si tenemos en cuenta que todas las predicciones que se han venido haciendo, pesimistas por supuesto, desde los organismos de tipo industrial, económico, financiero y social de la UE y de los Bancos estatales, parece que se van confirmando, a diferencia de lo que sucede con posturas optimistas que ya nadie se traga, como es el caso del empecinamiento de la ministra de asuntos económicos, señora Nadia Calviño, de la que se esperaba mucho pero que ha sido de las que más ha decepcionado por su deficiente gestión al frente de su departamento, cuando ha sido incapaz de reconocer los sucesivos fallos que este gobierno viene cometiendo, en materias esenciales para la vida económica de esta nación.
En el caso de Cataluña sigue el muestreo de rectificaciones a determinadas sentencias judiciales favorables, relacionadas con el 1ºO. en este caso con los cinco síndicos del referéndum ilegal, que fueron absueltos pero que, una vez revisada la causa, la Audiencia de Barcelona ha decidido que se vuelva a celebrar el juicio debido a irregularidades en la tramitación, detectadas a posteriori. Lo curioso del caso es que el independentismo catalán está empeñado en desjudicializar lo que ellos relacionan con la política, pero a su vez, no dejan de utilizar los tribunales en aquellas cuestiones en las que se consideran perjudicados por decisiones políticas del Estado español. Claro que esperar coherencia de aquellos que nunca la han tenido y, muchos de ellos siguen cobrando tranquilamente sus salarios por sus cargos públicos del Estado sin hacer ascos, como sería lo correcto cuando uno desprecia a quien le paga el sueldo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos que leer, en la panfletaria La Vanguardia, a uno de sus columnistas y antiguo director del medio, criticar que se ataque a la señora Lastra“al dejar el cargo por un embarazo de riesgo”. O este señor es un cándido de tomo y lomo o, como es más probable, le duele que esta señora haya tenido que dimitir usando semejante excusa, porque, como ya comentamos en otro artículo, no tenía necesidad alguna de renunciar a su cargo por tener embarazo complicado ya que, para estas situaciones, hay los interinos que podría ser la misma persona que vaya a ocupar su lugar. La mano alargada de Pedro Sánchez, guste o no guste al señor Marius Carol, está presente cuando, a mayor abundamiento, antes de las 24 horas se ha producido una dimisión semejante de la señora fiscal general del Estado, doña Dolores Delgado. ¿Muchas coincidencias para que sea algo creíble y más, conociendo el paño de quienes intervienen en semejantes arreglos? Poderoso caballero es Don Dinero.
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