Con un arrepentimiento fraudulento, lleno de rencor, rompió con el Partido, lanzándose a la conquista de un PSOE a su medida. Arrinconó, incomprensiblemente, a todo un Comité Nacional, prometiendo actuar con mano de hierro por el Partido, pero ocultando sus formas “bandoleras” y su “ego” obsesivo.
“La bolsa o la vida”…, pero el “señor de los anillos” prometió a sus seleccionados “la vida y una suculenta bolsa”.
Comenzamos a comprender… el Comité Nacional está compuesto por afiliados, amañados, estudiosos, cobardes y aprovechados de todas y cada una de las circunstancias… Ahora toca agachar la cabeza y obedecer sin pensar. De este modo se generó el “Sanchismo Español. Olía a totalitarismo sudaca, amañado y adaptado a las circunstancias ibéricas, femenino, masculino, neutro, bisexual y poco más… Los principios éticos desaparecieron, ahora valen lo que “vale una misa”. De todos modos, lo que más llama la atención es la unanimidad, la uniformidad y la “CLA” generalizada.
Congreso, Senado, Comunidades Autónomas, todos a una, asienten sin disconformidad alguna. ¿Es fidelidad ideológica?, ¿Es socialismo en su pura esencia?, ¿Es indiferencia social?, ¿Es miedo a perder prebendas? Personas con niveles de preparación superior con la “testa por debajo de los hombros”, no es normal. Sólo queda un motivo. Cobardía, ética de mercadillo, falsedad ideológica…
Las Escrituras puede que nos hagan comprender:
Cuando Dios dispuso la destrucción de Sodoma y de Gomorra, a causa de sus muchos pecados, se lo comunicó a Abraham, y este se sintió solidario de aquellas gentes. Entonces se acercó Abraham y dijo a Dios: "¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?". "Si hay cincuenta justos en la ciudad, ¿los destruirás?, ¿no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él?", le dice lleno de confianza. Y Dios le responde: "Si encuentro en Sodoma cincuenta justos, perdonaré a todo el lugar por amor de ellos". Pero no se encontraron estos cincuenta justos. Y Abraham hubo de ir bajando la cifra de los hombres santos: "¿Y si hubiera cinco menos, es decir, cuarenta y cinco?". Y el Señor le dice: "No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco hombres justos". Pero tampoco los había. Y Abraham seguía intercediendo ante el Señor: "¿Y si sólo hubiese cuarenta? … ¿treinta? ..., ¿veinte?...,". Finalmente, se vio que no había ni diez hombres justos en aquella ciudad. El Señor había dicho a la última petición de Abraham: "Si hay diez, tampoco la destruiré". ¡Por el amor de diez justos, Dios habría perdonado todo el lugar!
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