Paraguay y Argentina son dos países distintos por una arbitrariedad geopolítica de la historia, al decir del ex canciller paraguayo Euclides Acevedo. El tardío virreinato rioplatense pretendió arropar al Paraguay en su seno, cuando desde Lima habían soplado siempre los vientos que alentaron la primera república comunera del Nuevo Mundo.
Apenas declaradas las nuevas repúblicas en la otrora República española, el dominante imperialismo inglés irrumpió en la región para instrumentar a los genuflexos gobiernos falsamente republicanos de Mitre y Flores, en alianza con la monarquía europea reinante en América de Pedro II, para devastar moral y materialmente el Paraguay. El gran Ernesto Sabatto llamó a aquel incidente "la porquería más grande de la historia argentina". Fue el inicio del "Dolor paraguayo" que mucho tenía de Argentino.
Pero los paraguayos de este tiempo, afirma Acevedo, los de fin de siglo y de nuevo milenio, debemos una ineludible y eterna gratitud a nuestra hermana República Argentina.
Argentina es el país que acogió a los paraguayos que huían de la opresión y la persecución al servicio de potencias extranjeras a la región, en los años del terror. Cuando las libertades y los derechos inherentes a la democracia reverdecieron, barriendo a dictaduras como hojas secas de un tronco viejo, la Argentina abrió nuevamente los brazos para cobijar a los paraguayos obligados a dejar su tierra, esta vez perseguidos por la miseria.
Hoy Euclides convoca a los compatriotas paraguayos residentes en Argentina, para la construcción de una Nueva República, sin perseguidos ni excluidos. Aclara que tendrán absoluta comprensión aquellos que ya no pueden regresar, porque han echado raíces en Argentina, y se han enamorado de este país. Algo fácilmente entendible.
Pero queda claro que la Nueva República impulsada por Euclides les ofrecerá plenas garantías cuando quieran regresar, aunque tan sólo sea para visitar la querida Tierra que les vio nacer. LAW
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