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Reconocer a la única república hispanohablante ocupada: la saharaui

La cuestión del Sahara Occidental tiene una gran importancia desde el punto de vista de los principios democráticos
Isaac Bigio
martes, 20 de septiembre de 2022, 09:04 h (CET)

Este martes 20 de septiembre se cumple el bicentenario de la instalación de la I Constituyente del Perú en 1822, la cual fue, según el gran historiador Jorge Basadre, el inicio de la república del Perú. A 20 décadas de ello es indispensable que nuestro país reconozca a todas las 20 repúblicas que hablan castellano en el mundo.


Esto es algo que el nuevo Gobierno empezó a hacer a poco de posesionarse durante el bicentenario de la independencia patria, cuando reanudó relaciones diplomáticas con las repúblicas Bolivariana de Venezuela, cortadas por Pedro Pablo Kuczynski, y con la Árabe Saharaui Democrática (RASD) anulada en 1996 durante la dictadura de Alberto Fujimori.


El anterior canciller Miguel Ángel Rodríguez Mackay siempre se opuso a ello, pues considera que Venezuela, Nicaragua y Cuba no son democracias (por lo que deben quedar excluidas de la OEA y de la Cumbre de las Américas, y con las cuales no hay que hacer bloques regionales, como la CELAC o la UNASUR). Contradictoriamente, él reivindica la limpieza étnica que viene haciendo Marruecos, la única monarquía absolutista del Mar Mediterráneo y del Atlántico, contra los saharauis, el único pueblo árabe hispanoparlante.


El campo de minas más largo del mundo


La cuestión del Sahara Occidental no pareciera tener gran importancia geopolítica, pues allí no hay grandes riquezas (aparte de fosfatos y pesca) ni campos agrícolas. Además, dicho territorio con muchos desiertos apenas supera un cuarto de millón de kms 2 y tiene un poco más de medio millón de habitantes, o sea un promedio de 2 personas por kilómetro cuadrado, uno de los niveles demográficos más bajos que hay. Esto implica que este tiene entre el 0.1% y el 0.2% de la superficie habitable del planeta y menos del 0.01% de la población global.


Sin embargo, sí tiene una gran importancia desde el punto de vista de los principios democráticos. Tras la caída del muro de Berlín en 1989, parecía que otros iban a desplomarse para evitar vallas entre pueblos hermanos. No obstante, desde entonces se han construido 3 nuevos muros, aún muchísimo mayores. Estos son los que Donald Trump ha hecho para separar a la América anglosajona de la latina, la que divide a los palestinos y la del Sahara Occidental.


Este mide más de 2,700 kilómetros de norte a sur y consta de fosas y alturas de 3 metros. Con ello, Marruecos ha escindidido al Sahara Occidental, quedándose con el 80% de su territorio y apropiándose de toda su costa rica en pesca, sus principales ciudades (incluyendo su capital Laaayoune) y sus importantes minas de fosfatos. Al este de ese mega-muro solo han dejado territorios desérticos liberados en los que deben sobrevivir los saharauis, todos los cuales no pueden mantener contactos dessde hace décadas con sus familiares y amigos que se han quedado al otro lado de la línea militar.


Muro Sahara

Imagen: Wikipedia


Además, ese muro tiene otros 6 ramales fortificados que parte desde dicho muro que recorre todo al este hasta el mar al oeste. Cada 4 a 5 kilómetros donde se encuentra una compañía del ejército marroquí, el cual emplea 100,000 soldados para patrullar. Como se estima que hay unos 650 mil saharauis (la tercera parte de ellos refugiados en los territorios contiguos al suroeste de Argelia), se trata de una de las más altas tasas de represores por civiles en el mundo (1 por cada 6 civiles).


En ese muro hay entre 10 a 40 millones de minas, por lo que es considerado la mayor y más peligrosa extensión de minas del planeta. O sea, hay entre 20 y 80 bombas subterráneas por cada habitante. En proporción a su población, este puede que sea el muro y el campo minado más grande que haya habido en la historia universal.


Ex-canciller contra la autodeterminación de los pueblos


R. Mackay siempre ha sido un fervoroso partidario del anexionismo de la monarquía absolutista de Marruecos, por lo que habla del "Sahara marroquí", negándose a hablar de la RASD. Para él hay "una inexistente República Árabe Democrática Saharaui que no se encuentra en ningún mapa geopolítico serio del mundo". Esto último es falso, pues cualquier persona que ponga en Google imágenes la palabra "República Saharaui" encontrará decenas de mapas automáticamente. La RASD ha sido reconocida por más de 80 países (la mitad de la ONU), incluyendo todos los 55 integrantes de la Unión Africana (a excepción de Marruecos) y la mayoría de los 33 Estados de Latinoamérica y el Caribe.


R. Mackay le demandaba a quien fue su predecesor en la cancillería, César Landa, el "corregir el gravísimo error de su antecesor Maurtua por cuya política exterior del cangrejo Torre Tagle consumó una profunda afrenta diplomática a Marruecos." (Correo, 07/04/2022). El Perú puede perfectamente mantener buenas relaciones con Marruecos, así como las que tiene con Arabia Saudita, EEUU o Rusia, sin que ello implique apoyar las guerras que estos libran en su vecindario o en otras partes del mundo. Lima siempre ha tenido relaciones con Tel Aviv, pese a que nunca ha querido reconocer a Jerusalén como capital de Israel y tiene relaciones con Palestina, la cual acusa a los "sionistas" de "colonialistas".


R. Mackay siempre se ha opuesto a la autodeterminación del pueblo originario del Sahara Occidental, pues para él esos territorios siempre fueron marroquíes. Según él, "el Polisario busca viciar y tergiversar los derechos de Rabat sobre su propia soberanía en su frontera."


Cuando las tropas de Rabat en 2021 capturaron Guergarat, el pueblo limítrofe que está en la costa entre la RASD y Mauritania, R. Mackay se identificó plenamente con lo que él llamó "la impecable medida militar marroquí para destrabar la 'zona tampón'" (El Montonero, 17-09-2021).


R. Mackoy no parte del principio de la autodeterminación de los pueblos ni se interesa en saber cuál es el parecer de los habitantes originarios del territorio en disputa. Él simplemente hace suya la demanda de la única monarquía absolutista que tiene cualquier nación africana con salida al mar. 


Tras los derrocamientos revolucionarios de las casas resales de Libia, Egipto, Siria, Iraq e Irán, solamente Marruecos, Jordania y varios países petroleros son las únicas naciones islámicas (dentro de las 55 que hay en el mundo) que aún poseen un jefe de Estado autocrático, hereditario y vitalicio.


R. Mackay no es un demócrata. Además de pedir la excarcelación de los 2 últimos dictadores andinos (Alberto Fujimori y Jeanine Anhez), se opone a una Constituyente y a un plebiscito para que el pueblo peruano decida si avala o no sus intentos de modificar la carta magna para que se suscriba la Convención del Mar. Para él “Es muy fácil creer que esto puede ir a un referéndum. Eso es un riesgo enorme porque si le preguntamos a la gente si prefiere las 200 millas de mar territorial que no existen o las 12 millas de mar territorial que sí están en la Convención del Mar, se va a decir que 200 es más de 12 y será la muerte de la Convención del Mar”. Así como él no quiere un referéndum para nuestro país, tampoco acepta el derecho a la autodeterminación de la única nación árabe que habla nuestro idioma.


Irredentismo


El problema es más serio del que parece a simple vista. Hassan II (quien en 1961-99 fue el rey de Marruecos, el que más tiempo le ha gobernado esta nación desde que en 1956 recuperó su independencia) coqueteaba con la idea irredentista del "Gran Marruecos".


Gran Marruecos mapa

Imagen: Wikipedia


El irredentismo es una doctrina altamente desestabilizadora del sistema mundial. Esta plantea reintegrar los territorios que antes fueron parte de una determinada nación. Con esa tesis, Adolfo Hitler anexó para la "Gran Alemania" su Austria natal y luego las zonas de mayoría germano-parlantes de Checoslovaquia y Polonia, con lo cual desencadenó la II Guerra Mundial (1939-45).


El "Gran Marruecos" implica querer anexar para Rabat 2 repúblicas enteras (la saharaui y Mauritania), además de extensas superficies de Argelia sudoccidental y Mali noroccidental, así como Ceuta, Melilla y hasta, probablemente, las islas Canarias, que son parte de España. Esto ha conducido a diversos choques o enfrentamientos bélicos de Marruecos con todos sus vecinos.


La tesis del "Gran Marruecos" es como si el Perú quisiera recuperar todos los territorios que antes estuvieron en el virreinato que llevaba su nombre (y que incluyen a todo el oeste sudamericano) o como si se restableciese un inca y se buscase reincorporar los territorios de que antes conformaron el Tahuantinsuyo. Restablecer los imperios monárquicos del Gran Marruecos o del Gran Incario implicaría, en ambos casos, reivindicar tierras que están repartidas entre 6 Estados modernos y que superan los 2 millones de kilómetros.


Marruecos no quiso reconocer la independencia de Mauritania en 1960 y libró combates bélicos por las provincias del suroeste de Argelia (Béchar y Tindouf), luego de que en 1962 este país se convirtió en una república soberana. En la "guerra de las arenas" que ambos vecinos libreron en 1963-64 murieron medio millar de personas y Argelia se impuso con ayuda de tropas de Cuba (las cuales luego serían claves para defender la independencia de Angola en 1975).


Después de 1976, Tindouf acogería a unos 200 mil refugiados saharauis. Según la cineasta Carolina Graterol, quien usualmente les visita, estos campos son muy especiales, pues allí hay una distribución equitativa de los alimentos y han sido creados por mujeres, pues los varones estaban destinados para operaciones guerrilleras de resistencia a la ocupación.


Independencia saharaui


El Sahara Occidental fue una dependencia de Madrid de 1884 a 1976. Cuando muere el Generalísimo Francisco Franco (quien llegó al poder en 1936-39 partiendo de la colonia del norte de Marruecos), España decide retirarse de allí. Esto hizo que sus 2 vecinos (Marruecos y Mauritania) las invadiesen para buscársela repartir entre ambos. 


Sin embargo, desde 1973 sus habitantes nativos habían creado el POLISARIO (Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro, las 2 provincias que hoy conforman la RASD). Es este quien proclama una nueva república soberana y desde entonces viene librando una resistencia de medio siglo. Rabat, para tratar de anexionarse plenamente al Sahara Occidental, envió decenas o cientos de miles de sus ciudadanos a poblar esos territorios, produciendo la mayor limpieza étnica que ha conocido la hispanidad desde las guerras franquistas.


Ninguna de las 5 potencias nucleares que son miembros permanentes del consejo de seguridad apoyan al POLISARIO. Con poco dinero y recursos, sus guerrilleros se han venido enfrentando a la maquinaria de un reino que tiene al menos 60 veces más cantidad de habitantes y cientos de veces más superioridad financiera y militar. Su resistencia es digna de elogio.


Muchos peruanos tenemos ancestros en Marruecos, país del cual llegaron los moros que estuvieron en Andalucía hasta el año en que Colón zarpó a las Américas. Por el amor que tenemos a su pueblo es que debemos luchar porque Marruecos pueda elegir por primera vez en su historia a su propio jefe de Estado, que deje de ser un Estado policial con supervigilancia y represión a los opositores, y que permita el derecho a la autodeterminación del sufrido pueblo saharaui. Así como es correcto reivindicar que Ceuta y Melilla retornen a Marruecos, Marruecos debe dejar que los habitantes legítimos de los territorios que ocupa al sur de su reino no sean absorbidos por este.


Si el Perú quiere ser un defensor internacional de la democracia y de la autodeterminación de los pueblos, debe dar la bienvenida a una representación diplomática permanente saharaui a Lima. Reafirmar abiertamente que el Perú reconoce a todas las 20 repúblicas hispanohablantes es una prioridad ahora que el 20 de septiembre cumplimos 20 décadas de vida republicana.

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