La retorica de Lula da Silva, virtual ganador en las elecciones de Brasil, ha sido considerada por algunos analistas como una amenaza para la democracia de la región, por el solo hecho de mencionar la palabra “independencia” en sus discursos.
En el vecino Paraguay, un país donde la lengua nativa no solo sobrevivió a la conquista europea, sino que también se impuso, vive un fenómeno sin precedentes en materia de elaboración de discursos políticos, como ya lo hemos hecho notar en esta columna algunos días atrás mencionando un fenómeno paralelo.
En una reciente entrevista concedida a un medio internacional , el ex Canciller y actual candidato a la presidencia de la república del Paraguay, Euclides Acevedo, señaló que el desprecio de la retórica como arma política es un argumento fascista, que solo puede debilitar la labor periodística y mediática, dado que de no basarse la argumentación en la palabra, perdería todo sentido la labor de un medio de comunicación.
Ya mencionamos en esta columna a Aristoteles, para quien la retorica era propia del hombre debido a su capacidad de pensar y discernir entre lo justo e injusto y el bien y el mal. De ahí que la retorica trasciende a factor político y el discurso es esencial para que el ciudadano pueda organizarse en una sociedad basada en ideales. A partir de estos postulados, la comunicación es un asunto involucrado en la política y en esa relación radica su importancia. En su tratado sobre La Retórica, Aristóteles puntualizaba que todo discurso implicaba tres elementos primordiales, un emisor, el tema del cual se trata y el receptor.
Aristóteles, hombre de gran discernimiento, entrevió que la cuestión de la que trata un discurso y el nivel de atención y capacidad de entendimiento de quien lo escucha no solo dependen de quien lo emite sino también de sus oyentes, objetivo del discurso y legitimadores de su papel en la democracia. Es imposible por lo tanto considerar por separado cualquier discurso aislando a quien lo emite, al tema y al oyente , pues son elementos que se integran en un concepto político.
Aristóteles confirmaba que el discurso tenía la esencial relación con la democracia que señala Euclides Acevedo, algo confirmado por la misma Historia, pues el discurso perdió significado político al desaparecer la democracia ateniense y luego la república romana.
Dificultosamente pueda sanearse un sistema político si no se suplanta el clientelismo, el prebendarismo y la plutocracia por recursos alternativos de lucha política capaces de consolidar los postulados democráticos perversamente secuestrados por el andamiaje actual.
Ya señalaba Aristóteles que la retórica era un subproducto de reflexionar sobre los medios de persuasión de los cuales se dispone, coincidiendo con Platón quien definía la retórica como el arte de gobernar la mente pública. LAW
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