Hace la friolera de veintinueve años tuve la oportunidad de contribuir modestamente al nacimiento de una parroquia en un barrio humilde de la periferia de la ciudad. Se encontraba ubicada en unos bajos comerciales cedidos por el Ministerio de la Vivienda, ocupando una especie de tubo de aproximadamente cien metros cuadrados. El párroco, que era un “manitas” realizó un mural de teselas que ocupaba el frontal de detrás del altar. Los ornamentos y los enseres adecuados fueron cedidos por otras parroquias y para el acomodo de los feligreses, compramos unas sillas de plástico apilables. Aquel local inhóspito y vacío quedo convertido en un lugar sagrado agradable y lleno de sus modestos vecinos, especialmente niños y mayores. Por circunstancias de la vida, dejé de aparecer por allí pasados unos cuantos meses. Supe que la Diócesis había construido en el mismo barrio un templo “como Dios manda” y había desalojado aquel modesto lugar de culto. He vuelto a habitar en las cercanías de aquel barrio. Me he dirigido al nuevo templo. Muy hermoso y muy bien acondicionado. Quizás noto la falta de aquel calor humano que aportaban los niños despeluznados y sus madres con el mandil puesto. O quizás es que me he hecho viejo y un tanto tiquismiquis. Mi buena noticia de hoy me la transmite el destino que, finalmente, ha tenido el viejo local de la parroquia primitiva. Se trata de un gimnasio en el que se forman jóvenes boxeadores de ambos sexos. Aprovechan el local, así como el jardín que le rodea, para efectuar su entrenamiento y, sobre todo, para canalizar la posible violencia que se desprende de un barrio marginal en el que el paro y la falta de recursos económicos te invitan a otra forma de vivir menos deportiva y más arriesgada para ellos así como más peligrosa para la humanidad. Creo que al Buen Dios no le haya parecido mal el cambio de uso de su pequeña parcela. El control y la canalización de la violencia unidos a la disciplina que transmite todo tipo de deporte, hacen acreedora de considerarse como una buena noticia esta iniciativa de alguien que también se preocupa por la salud física y mental de los jóvenes. “Mens sana in corpore sano”. Me gustaría añadir “barriga llena a Dios alaba” Pero eso es más complicado para muchos.
|